Luego de la renuncia del ministro de Economía, Martín Guzmán, el presidente Alberto Fernández se vio obligado a pensar en un reemplazo urgente. Sin embargo, surgió allí la incógnita respecto al perfil de ese nuevo ministro o ministra, el cual necesariamente debía consensuar lineamientos económicos con el kirchnerismo y demás fuerzas que integran el Frente de Todos. ¿Se trataba de una discusión de nombres o de programa económico?
Es que, una de las principales razones de la salida de Guzmán se debió a su enfrentamiento con funcionarios que respondían a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quienes consideraban que el saliente ministro se concentraba exclusivamente en los temas de la macroeconomía y no en las urgencias de “la gente de a pie”, como la inflación y la pobreza.
La designación de Silvina Batakis como nueva ministra de Economía de Nación, deja en claro que tanto el presidente como su vice aprobaron su llegada al gobierno. Batakis no es una funcionaria kirchnerista de la primera hora, pero fue parte del gobierno de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires y actualmente se desempeñaba como Secretaria de Provincias, cargo que depende del ministerio del Interior que dirige “Wado” De Pedro. Su perfil, entonces, cuadró a todos los sectores que integran el oficialismo (esto, claro, después del llamado que pudieron concretar Alberto Fernández y CFK).
Ahora bien, el presidente pudo aprovechar el momento para hacer otros cambios en su Gabinete, siempre relacionado a la cada vez más profunda crisis que existe actualmente en el Frente de Todos. Pero finalmente, lo que parecía una reestructuración general de su equipo de gobierno, se limitó al reemplazo de Guzmán por Batakis. Parte de las razones se deben a que no se pudo llegar a un acuerdo con el actual presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, a quien el presidente Fernández le ofreció la jefatura de Gabinete.
Massa, el enigmático y clave jugador en el Frente de Todos, habría pedido poner a un ministro de su confianza al frente del ministerio de Hacienda, además de hacerse cargo de la AFIP y el Banco Central. El presidente consideró que pedía mucho y declinó la oferta. Pese a esto, la relación con el oriundo de Tigre, sigue siendo buena, tanto con el “albertismo” como con el kirchnerismo.
Antes de que sea tarde
Lo cierto es que la actual situación de la alianza gobernante parece encontrarse en un momento crucial: en tres años de gobierno, el presidente Fernández tuvo que hacer dos grandes modificaciones en su Gabinete y ahora acaba de perder a su funcionario más protegido. Aquel que le había permitido llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Un logro que, de todas formas, hasta ahora jamás significó un alivio en la economía del país y en la realidad de los ciudadanos.
Para colmo, las respuestas públicas del presidente y la vice, agravan la tensión interna y no avizoran un camino en común para poder avanzar en la unidad. A todo esto, el horizonte electoral del 2023 parece cada vez más cercano y cada acción de uno y otro sector, juegan en ese sentido.
Aun así, la reestructuración del gobierno del Frente de Todos permite una última esperanza, antes de que el internismo y el clima electoral lo devore todo. Si se logran acuerdos para permitir un rápido y concreto alivio en la economía (lo que precisamente se puede dar a partir del cambio en el ministerio de Economía), el clima de tensión en lo social decrecerá y eso le dará oxígeno al oficialismo.
El último paso para lograr gobernabilidad y llegar con serias chances a las próximas elecciones presidenciales, tendrá que pasar por sostener la unidad y beneficiarse de candidatos de la oposición que polaricen mucho más con el FdT.