Si bien el gobierno de Javier Milei no lo ha podido comunicar oficialmente, el ahora ministro Federico Sturzenegger es el impulsor de un proyecto de reforma laboral que -entre otras cosas- propone la vuelta de la jornada laboral hasta 12 hs diarias, así como un sistema de vouchers o “tickets de comida”, que reemplazan al sueldo del o la trabajadora.
No, no es una broma. Pese a años y años de luchas por parte de la clase obrera y a siempre a pesar de cuantiosos conflictos que costaron hasta la vida de muchas personas, la jornada laboral en casi todo el mundo es respetada hasta ocho horas. En Argentina es una ley, pero podría dejar de serlo en el gobierno de la libertad.
Tras la sanción de la Ley Bases, que le dio la primera herramienta a la gestión de Milei, el oficialismo olió sangre y va por más. Esta semana, el secretario de Trabajo, Julio Cordero, se reunió con principales sindicatos y lo hará de la misma forma con las cámaras empresariales en los próximos días. El gobierno busca mostrar una imagen de diálogo, pero por detrás está el decretazo que tiene en mente Sturzenegger, principalmente obsesionado con esa reforma laboral que viene a barrer varios derechos laborales.
Pero la obsesión no es en vano, ya que desde la Casa Rosada miden cuáles son los momentos para impulsar este tipo de políticas que -saben- traerán conflicto sindical y social. Hasta ahora, el mega Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70/23 que firmó el presidente Milei en los primeros días de su gestión, sigue vigente. Pero algunos artículos de la reforma laboral fueron judicializados.
Sin embargo, está a la espera de que la determinación final la pueda tomar la Corte Suprema de Justicia, de la cual hasta ahora solo ha tenido gestos positivos con el nuevo gobierno nacional.
De destrabarse, el oficialismo avanzaría con una reforma laboral que, en principio, establecerá un máxima de 12 horas de jornadas laborales diarias, pero también tendrá otras sorpresas.
Al gobierno le interesa especialmente declarar como delito a los bloqueos de empresas y establecer motivo de despido a quienes encabecen ese tipo de protestas, e incluso penalizarlas judicialmente.
Por otro lado, se establecería una especie de vouchers, denominados “ticket comida”, que funcionarán como un método más de flexibilización y precarización laboral, ya que parte del sueldo será reemplazado por la posibilidad de comer en diferentes restaurantes o lugares de comida rápida.
Como si fuera poco, Sturzenegger y el gobierno de Milei planean declarar la figura de “trabajador colaborador” en diferentes rubros empresariales, por lo cual dejarían de tener algunos derechos adquiridos, así como se normalizaría todavía más la puesta a prueba de los trabajadores y la precarización laboral.