La renovación de la conducción de la CGT tiene fecha para el 11 de noviembre, tres días antes de los comicios nacionales. Será la primera elección desde su reunificación bajo el triunvirato Carlos Acuña, Héctor Daer y Juan Carlos Schimd en 2016, en pleno gobierno de Cambiemos.
Se trata de un acontecimiento con mucho trasfondo político: la central fue el epicentro de miradas críticas por su falta de iniciativa ante el ajuste del gobierno de Mauricio Macri, lo que llevó a la salida de Schimd en 2018, dejando únicamente a dos de los tres dirigentes en su puesto. Ahora la elección transcurrirá bajo otro gobierno, pero con una situación social que no deja de ser alarmante.
El panorama
El cambio más notable —a nivel histórico inclusive— es la convocatoria de un congreso previo al sufragio para reformar el estatuto de la CGT, mediante el cual discutieron adecuarse al cupo femenino en el Consejo Directivo, acompañando el avance ya expresado en la constitución formal de la UTEP. En base a las resoluciones establecieron un cupo del 30%, por lo que se puede descartar la propuesta alternativa de duplicar la cantidad de miembros.
Faltan varias semanas hasta el 11 de noviembre, pero se anticipa que no hay intenciones de modificar el esquema de triunvirato que garantizó la reunificación. Claro que sí conviven distintas perspectivas respecto a quienes deberían ocupar los lugares.
Hector Daer es quien mejor se posiciona. Viene de negociar un aumento del 45% para el sector de empleados de salud que dirige, y cuenta con el apoyo de los gremios más grandes dentro de la CGT, entre los que se encuentran Empleados de Comercio, la UOCRA y UPCN.
De todos modos no se descarta que se puedan posicionar otros candidatos. En principio el lugar que era ocupado por Schimd continúa vacante, y dentro de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), Pablo Moyano y Roberto Fernandez (UTA) quieren llegar a la conducción de la CGT.
Desde el mundo partidario no queda muy en claro que apoyos se dan hacia la elección interna, al menos desde el kirchnerismo parece haber más interés en sumarse a la puja desde la propuesta de reformar el sistema de salud, lo que preocupa mucho a las dirigencias gremiales, que desde candidaturas propias. Una reedición de los enfrentamientos con Liliana Korenfeld, cuando esta fue titular de la Superintendencia de Servicios de Salud durante su gobierno.
Operativo retorno
Camioneros, junto a otros gremios afines, vienen pensando en el regreso a la cúpula tras haberse quedado por fuera en 2016. Pablo Moyano tiene intenciones de ocupar un lugar y por eso regresó a la fórmula de contentar a las bases apostando al conflicto. Desde la llegada de Macri hasta el día de hoy es uno de los gremios que más ha expresado una confrontación con las cámaras empresariales, e incluso con el actual Ministro de Trabajo, Claudio Moroni.
La lucha de camioneros fue al corazón de los ganadores de la pandemia: las empresas de logística. Entre cortes de operaciones y críticas de Moyano a Mercado Libre se marcó el período 2020-2021, de la mano del reclamo por el encuadramiento de los trabajadores hacia su gremio.
El proyecto político que enmarca a la recientemente anunciada candidatura de Moyano es el Frente Sindical para el Modelo Nacional, compuesto por los gremios disidentes de la CGT, cómo canillitas y Smata, pero que también cuenta con simpatías entre otros dirigentes del palo más combativo, como aceiteros, portuarios y petroleros. En principio, también nuclea a quienes más abiertamente han criticado algunas de las medidas del gobierno del Frente de Todos.
Las elecciones de la CGT van a ser un espejo del nivel de conformismo que pueden expresar tanto los trabajadores formales como los de la economía popular. La UTEP, a partir de haber conseguido su personería social, busca su integración en la central general. Ambos espacios quedaron “heridos” con su participación en las listas electorales, y cuentan con pocos gestos por parte del gobierno para sumarlos a mesas de diálogo.
Desde todos lados hay una búsqueda por construir una llamada lista de unidad que mantenga la continuidad con la política de la CGT, por lo que no hay nada a la vista que indique que se avecina un gran cambio en la dinámica de la central.
El tema que queda pendiente para este nuevo mandato es el papel de la UTEP en su posible ingreso “formal” a la confederación, ya que en caso de reconocerse su cantidad de afiliados la balanza de poder de la CGT se vería trastocada. En esta ocasión no serán parte de la decisión, pero ante las actuales dinámicas laborales de Argentina es cada vez más posible repensar la representación sindical en estos espacios.