Es cierto, todavía no prende del todo la idea de que Cristina Fernández de Kirchner pueda ser candidata este 2023. El acto que se celebró el pasado sábado en Avellaneda dejó un sinsabor en ese sentido. Si bien hubo oradores que la mencionaron directa o indirectamente, aún no se percibe un real ambiente que reclame por la expresidenta. Más allá de que a las claras siga siendo una de las figuras que más emocione y convoque en la política argentina.
Sucede que las propias declaraciones de la vicepresidenta (cuando dijo en diciembre pasado que “no iba a ser candidata a nada”) terminaron anclando las esperanzas de muchos y muchas.
Entonces, ¿qué queda más allá de Cristina? Esa es una pregunta que pocos se hacen y que cuando se escarba sólo se encuentra incertidumbre. Las elecciones se aproximan inexorablemente y el Frente de Todos es hoy una caja de sorpresas. Pueden surgir candidatos que eran impensados hace pocas semanas atrás, o se pueden posicionar los nombres más posibles.
Este estado de parálisis no es solamente de la dirigencia (que de nuevo: más allá de Cristina, no interpela, no comunica, no genera expectativas) sino también de gran parte de la militancia del Campo Popular. No hablamos de una militancia sin actividades ni convicciones, sino con muy poco rumbo político.
¿Qué queda más allá de Cristina? Esa es una pregunta que sólo encuentra incertidumbre.
Así las cosas, pareciera que el único horizonte que podría encontrar la militancia popular del país es la de impedir que vuelva a ganar la derecha. Objetivo para nada menor si se tiene en cuenta que los procesos neoliberales en la Argentina siempre han tenido consecuencias gravísimas para la inmensa mayoría del pueblo, pero que -no obstante- no alcanza para alimentar la esperanza política de ir por conquistas estructurales en el país.
Nadie podrá negar que no es lo mismo que el peronismo se reunifique detrás de la figura de una líder como Cristina Fernández, que intente mostrar unidad detrás de un candidato o candidata de otro peso. Y en el caso de que las palabras de la vice sean inamovibles y finalmente “no sea candidata a nada”, el oficialismo se enfrentará precisamente a esto.
Llegar al poder no es lo mismo que gobernar
Cristina Fernández fue la principal responsable de que el peronismo vuelva al poder en 2019 cuando en un video grabado en mayo de ese año anunció que la fórmula sería Alberto Fernández candidato a presidente y ella como vice. Más si se tiene en cuenta que habilitó más alianzas políticas para que el Frente de Todos sea una herramienta electoral realmente amplia y así sumara a dirigentes como Sergio Massa, hasta entonces completamente enfrentado al kirchnerismo.
Pero el gobierno de Alberto Fernández no supo (o no quiso) reformular un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que había acordado el anterior gobierno de Macri, lo que condicionó las políticas económicas del país al poco tiempo de haber llegado al poder. Por otro lado, el efecto de la pandemia y de la guerra entre Ucrania y Rusia, no fueron un detalle menor.
Aún así, el Poder Ejecutivo comenzó a distanciarse lentamente del consenso con la principal figura del oficialismo y la persona que permitió aquel triunfo electoral. Por todo esto, desde hace varios meses el FdT se transformó en una alianza atada con alambres, con constantes tensiones y pocas definiciones políticas. Lo que lastimosamente se traduce a un gobierno de muy poca gestión, en el marco de una crisis económica gravísima: con casi el 50% de la población bajo la línea de pobreza y una inflación que destruye salarios a cada mes.
el Poder Ejecutivo comenzó a distanciarse lentamente del consenso con la principal figura del oficialismo y la persona que permitió aquel triunfo electoral.
Pero es curioso que en un nuevo año electoral, nuevamente, la actual vicepresidenta siga siendo la dueña de la mayoría de los votos. Por otro lado, no hay ninguna duda de que todo el oficialismo necesita de ella.
De todas formas, a fines del año pasado Cristina volvió a dar otra señal que ratifica su decisión de no ser candidata: les dijo a los funcionarios, dirigentes y militantes que ellos “tienen su bastón de mariscal en la mochila”. “Sáquenlo. No pidan permiso a nadie”, agregó.
Es posible que la ex mandataria analice un futuro gobierno todavía condicionado por el FMI, con efectos de la actual crisis económica y sobre todo, con un ataque desmedido en contra de su persona por parte del Partido Judicial y otros sectores. No nos olvidemos, que el pasado 1 de septiembre, Cristina sufrió un intento de asesinato, del cual todavía nadie sabe explicar cómo se salvó. Un hecho que, vale aclarar, no ha tenido casi ningún avance por parte de la justicia.
Desde esta perspectiva, será fundamental seguir de cerca las señales que la expresidenta de en relación a otros dirigentes del Frente de Todos. En especial, con dirigentes relacionados a La Cámpora, como Wado de Pedro, o otras cartas que sean más potables electoralemente, como Sergio Massa.
Por todo esto, la pregunta es: ¿Quién más allá de Cristina se animará a tomar medidas de fondo en un país que necesita urgentemente políticas de distribución de la riqueza y reparación para los sectores vulnerables? Por ahora, eso es una incógnita.