El superministro de economía Sergio Massa terminó la semana pasada una gira más que satisfactoria por Estados Unidos, en la que se puedo ver en primer plano los estrechos vínculos con el establishment norteamericano. Sobre todo el directorio del FMI, encabezado por Kirstalina Georgieva declaró en una conferencia de prensa junto al presidente Alberto Fernández: “Expresé mi reconocimiento por la forma muy seria en la que el ministro (Sergio) Massa, su equipo, y el Banco Central están abordando los desafíos significativos de la Argentina”. El directorio del organismo internacional financiero aprobó las metas trazadas con la Argentina para el segundo trimestre del acuerdo que firmó Martín Guzmán a principios de este año.
Además, en sus giras por norteamérica, tanto el presidente como el superministro mantuvieron reuniones con inversores de transnacionales y expusieron sobre las posibilidades económicas del país en lo que respecta a recursos naturales que aumentarán su demanda en los próximos años, (sobre todo litio y gas natural) además de lo que ya se exporta. (materias primas entre las que destacan la soja y el petróleo)
Para este mes uno de los objetivos que se había propuesto, siguiendo el punto de engrosar las reservas que presentó cuando asumió, era la suma de 5 mil millones de dólares a las reservas del Banco Central gracias al “dólar soja”, con el cual el Estado le compra al agro solo por este mes toneladas de cosechas a 200 pesos, casi 60 pesos más que el dólar oficial sin impuestos. Algunos análisis de economistas arrojaron que éste beneficio equivale a llevar las retenciones a 0%.
Así las cosas, el FMI ha logrado que Argentina siga un sendero de profundización del modelo económico exportador de materias primas. A diferencia de lo que sucedía hace 100 años, el país ya no solo exporta productos agropecuarios y ganaderos, sino que además abastece a los países industrializados de recursos para que sus industrias produzcan manufacturas, que luego nos venderán para abastecer sus mercados: litio para baterías de elementos electrónicos, gas natural para abastecer los países centrales, que a su vez nos abastecerán de dólares para pagar deuda. Divisas que no podrán usarse para sustituir importaciones o industrializar la matriz productiva.
La calidad de vida de la ciudadanía argentina, por el momento, se encuentra en lista de espera. Pese a que el INDEC dio a conocer esta semana que el desempleo bajó hasta el 6,9%, lo cual marca el nivel más alto de empleo registrado desde el 2016. Más allá de este dato, la pobreza sigue siendo escandalosa para un país sumamente rico como el nuestro: la canasta básica para una familia de cuatro integrantes alcanzó los 119.575 pesos, según el organismo que conduce Marco Lavagna, producto de una inflación del 7% en agosto marcando un incremento de 71,0% en la comparación interanual.
En tanto la inflación gradual siga este sendero (se estima que a fin de año los precios rocen el 100%) y los salarios continúen perdiendo, a la larga esta situación va a redundar en una “devaluación a cuentagotas” como la que vienen presionando sectores de la economía concentrada. Si se consigue anclar la inflación y que esta tienda a la baja, podría haber una recuperación de lo perdido durante los últimos 6 años en términos de empleo, más allá de que haya alguna que otra medida paliativa para los sectores populares.
¿Hay margen para impulsar una medida de shock salarial, como la que aplicó Néstor Kirchner durante su primer período de mandato? El acuerdo con el Fondo Monetario impide esta posibilidad, ya que pone en primera línea de prioridad el “orden fiscal” de las cuentas públicas por sobre la inversión social. Impulsar una medida de este estilo implicaría una suerte de “nuevo pacto con el FMI” que debería contar con el respaldo transversal de una buena parte del arco político.
El FMI ha aprendido también de su experiencia y sabe que su mala reputación se debe a las crisis sociales que han generado en países del tercer mundo sus recetas de ajuste. “Con el tiempo comenzó a permitir que los gobiernos a los que tutela con planes económicos otorguen ciertos beneficios sociales para contener la movilización y la protesta popular”, dijo el economista Francisco Cantamutto consultado por este portal.
En este escenario deberá moverse el gobierno nacional de cara a unas elecciones que se presentan complicadas.