El 8 de noviembre de 2019 el ex presidente de Bolivia, Evo Morales, alertó al mundo por un golpe de Estado en marcha en su país. El 10 de ese mismo mes renunció a pedido de las Fuerzas Armadas y la Policía. “El Golpe de Estado que me hicieron fue por el litio”, dijo Evo Morales, meses después.
Pero volvamos un mes atrás para comprender mejor el hecho: el 20 de octubre del 2019, se dieron las elecciones presidenciales en Bolivia. Por un lado, el candidato por el MAS, Evo Morales, primer jefe de Estado indígena en Bolivia, y quien preside el país hace 13 años ininterrumpidos. Del otro lado, el candidato de derecha Carlos Mesa, quien fue presidente de Bolivia desde el 2003 hasta el 2005.
La noche de la elección, Morales lideraba el conteo con el 45,28% de los votos frente al 38,16% de Mesa. Faltaba aún el 16% por escrutar, entre los que se encontraba el voto rural. Para evitar un escenario de balotaje, Morales debía obtener el 40% de los votos, con una diferencia de 10 puntos porcentuales sobre el segundo candidato.
Allí comenzaron las presiones por parte de la oposición, organismos internacionales y se empezó a esbozar la idea de un posible fraude.
El lunes 21 de octubre, los resultados dan por victorioso en primera vuelta al candidato del MAS. Pero Mesa y el resto de la oposición, denuncia fraude electoral.
Las siguientes tres semanas serían de violencia en las calles: huelgas, protestas y los apoyos internacionales que recomendaban “revisar las urnas”. Al hacerlo, se evidencia una vez más que Evo Morales era el ganador en primera vuelta.
El viernes 25 de octubre, La oposición boliviana, la OEA, la Unión Europea, Estados Unidos, Colombia y Argentina se unen bajo el mismo paraguas y exigen un balotaje. Una semana después, el Jefe de misión de la OEA, Artura Espinosa renuncia. Se repiten violentos enfrentamientos en Cochabamba y bloqueos en otras partes del país.
El 6 de noviembre, en Vinto (centro), manifestantes prenden fuego el edificio municipal y obligan a la alcaldesa Patricia Arce Guzman (MAS) a caminar descalza por el pueblo, cubierta de pintura roja, bajo insultos y amenazas.
Tres unidades policiales se amotinan en Cochabamba, Sucre y Santa Cruz, y el 8 de noviembre Morales denuncia un golpe de Estado “en curso”.
A pesar de los intentos del presidente en convocar nuevas elecciones nacionales que le permitan al pueblo boliviano democráticamente elegir sus representantes, las Fuerzas Armadas y la Policía le exigen que deje su cargo. Desde la localidad de Chimoré, Morales anuncia finalmente su renuncia y más tarde emprende un largo exilio político, pasando primero por México y finalmente radicándose en Argentina tras el triunfo de Alberto Fernández, donde permanecerá durante un año.
Detrás del Golpe: el control del litio boliviano
Ahora bien, es preciso saber que alrededor del 85% de las reservas de Litio en el mundo se encuentran en el denominado “Triángulo del litio”, compuesto por Argentina, Bolivia y Chile. Sin embargo, actualmente los principales productores de baterías son EE.UU, China y la Unión Europea. Las reglas son las de siempre: las potencias compran la materia prima, la elaboran y luego la venden. Quien desafía el juego, sufre las consecuencias. Hasta ahora, Argentina y Chile no son una amenaza. Pero Bolivia sí.
Desde hace algunos años, el Estado Plurinacional de Bolivia se hace cargo de la explotación de litio de forma nacional. La explotación y fabricación de cloruro de potasio y carbonato de litio- materia prima- ya era un hecho antes del golpe a Evo. Incluso, en el departamento de Cochabamba, había una empresa que fabricaba vehículos eléctricos con baterías de litio producidas en Bolivia.
“Era una producción chica pero prometedora”, dijo el actual presidente de Bolivia Luis Arce, en una visita a México, el 24 de marzo de 2021.
Sin embargo, Bolivia decidió ir por más: había que garantizar la industrialización del litio. De esta forma, el país extendería su escala de producción a través de un acuerdo con Alemania, para que este país le construya una planta de fabricación de baterías. Las condiciones las puso Bolivia, quien seguiría siendo el socio mayoritario de la transacción.
“Cuando estábamos por suscribir el contrato con la empresa Alemana, viene el golpe de Estado”, sentenció Arce. “Los primeros levantamientos y clima de conflicto se dio en Potosí, justo el departamento donde está el Salar de Uyuni, donde se concentran las reservas de litio”, agregó.
El 25 de julio del 2020, ocho meses desde que el Golpe Militar en Bolivia había comenzado, Elon Musk, dueño de Tesla, la empresa yanki de autos a batería, dijo en sus redes sociales: “Daremos un golpe de Estado a quien queramos”. Su expresión generó un repudio masivo. El empresario fue uno de los mayores beneficiados por el Golpe. Las acciones de su empresa se triplicaron desde aquel 8 de noviembre del 2019.
.@elonmusk, dueño de la fábrica más grande de autos eléctricos, dice sobre el golpe de Estado en #Bolivia: “Nosotros golpearemos a quien queramos”.
Otra prueba más de que el golpe fue por el litio boliviano; y dos masacres como saldo. ¡Defenderemos siempre nuestros recursos! pic.twitter.com/T0O1tReJaj— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) July 25, 2020
La política ambiental de Evo Morales
“Los recursos naturales deben ser un Derecho Humano”, dijo Evo Morales en su acto de este domingo en Abasto, La Plata, donde estuvo presente ARG MEDIOS. Definitivamente la frase resume los 13 años de su gestión.
Sin dudas, la gestión de Evo Morales Ayma marca un antes y un después en la política de Bolivia y de América Latina. La declaración de los recursos naturales de carácter estratégico e interés público en el 2009, o la nacionalización de los hidrocarburos y la energía fueron políticas que definieron el rumbo del país boliviano y lo posicionaron entre los tres países con mayor crecimiento económico de América del Sur, según el Banco Mundial.
Una de sus primeras medidas desde su asunción en el 2006 fue la reactivación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), empresa que se convirtió en la más importante del país. Esto permitió abastecer masivamente de gas natural de red, pasando de un 3% de la población abastecida en 2006 a un 50% en 2019.
La democratización del gas natural en Bolivia- servicio público y subsidiado- posibilitó un mayor consumo doméstico y el crecimiento de nuevas conexiones a lo largo de todo el territorio. Entre 2006 y 2015, de 28 mil conexiones Bolivia pasó a tener 554 mil, y se sumaron 2,8 millones de personas nuevas a la red de gas.
Por otro lado, durante su mandato el expresidente declaró la Energía como un Derecho Humano, lo que posibilitó luego, la nacionalización de la empresa de transmisión eléctrica (ENDE).
Por todo esto, en 2008 Evo Morales comenzó a ocuparse del recurso litífero, y a pedido de las comunidades mineras bolivianas, se nacionalizó la explotación de los Recursos Evaporíticos del Salar Uyuni.
Ese mismo año se creó una planta piloto para el procesamiento de litio y la empresa pública, estatal y nacional, encargada de su explotación; Yacimientos Litiferos Bolivianos (YLB). A través de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) el Estado boliviano comenzaría a controlar toda la cadena de valor de producción del litio.
Desde ese momento, Bolivia se enfocaría en el crecimiento de su industria de Litio, generando así acuerdos con países que lideran el mercado de las tecnologías a nivel mundial. Siempre manteniéndose como socio mayoritario y casa matriz de la producción.
Además del acuerdo firmado con Alemania, a través de YLB, Bolivia firmó un acuerdo preliminar con el consorcio chino TBEA-Baocheng para construir plantas industrializadoras de litio en los salares de Coipasa y Pastos Grandes. Esta planta procesaría un tipo de salmuera que produce Litio Metálico, un producto de alto valor de un uso en tecnología de punta que pocos países fabrican. A través de este acuerdo, Bolivia se constituyó también como uno de los pocos países en el mundo en producirlo.
En su paso por Argentina con el objetivo de seguir difundiendo el Congreso del RunaSur, el ex presidente de Bolivia, habló ante tres mil agricultores y agricultoras en la localidad de Abasto. Allí remarcó la defensa por los recursos naturales, y los reparos ante los saqueos y privatizaciones de los mismos por parte de países extranjeros.
Dejó en claro no solo que su administración debe ser pública y nacional, sino éstos mismos un Derecho Humano.