El atentado que no fue y los autores intelectuales que empiezan a aparecer

Un nuevo chat entre integrantes de la “banda de los copitos” y una nueva cómplice, reabren la teoría de que existieron autores intelectuales en el intento de magnicidio. 

La propia vicepresidenta consideró que hay que investigar quiénes estuvieron detrás del atentado fallido.

A casi un mes del intento de asesinato a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la causa a manos de la jueza federal María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, empieza a encontrar sus propias limitaciones. La explosión de novedades se fue disipando con el correr de las semanas y también el ritmo de detenciones de los principales autores materiales del hecho.

Sin embargo, para la querella se corre un grave peligro si no se reorienta la investigación hacia los posibles autores intelectuales. Para la defensa de la exmandataria, hay grandes indicios de que la denominada “banda de los copitos” no actuó por sí sola. O por lo menos, adquirió cierta estructura y hasta financiamiento para ejecutar el plan. 

Una de las últimas puntas de la causa irían en ese sentido: se trata de la aparición de una persona que todavía no estaba en la mira de la Justicia y que figura como un cierto cerebro del atentado que no fue. Además, demuestra una sorprendente capacidad de información, como cuando cuenta la situación procesal del primer detenido: Fernando Sabag Montiel, el hombre que gatilló dos veces sobre el rostro de Cristina.

La nueva pista surgió del teléfono de Gabriel Carrizo, quien hasta ahora figura como uno de los principales impulsores del intento de magnicidio, junto con Brenda Uliarte. En un grupo de Whatssap en el cual participaba Carrizo y otros integrantes de la banda de los copitos, sobresale una tal “Joa” (por Joana), que les advierte al resto respecto a cómo actuar posterior al atentado fallido. 

“Yo la única información que sí puedo dar es que Fernando (Sabag Montiel) estuvo totalmente negado a declarar, se le otorgó una… un abogado privado, no lo quiso. No lo quiso recibir tampoco, después por otra fuente sé que lo hizo por plata, por acomodo”, dice Joa, en el marco de los mensajes que pudieron ser revelados por Página12.

“Tengan en cuenta también, que lo que hablan, a ver… hay algunos que tienen los celulares pinchados y van a seguir pinchando los celulares, hasta encontrar vínculos”, continúa Joa, que llama la atención al menos por la calidad de información que tiene y porque demuestra una seguridad sorprendente al dar indicaciones al resto del grupo.

En esa línea, también es llamativo que les ordene a Gabriel Carrizo y otros integrantes del grupo (como Sergio Orozco y Leandro Volpintesta) que “no borren nada de sus teléfonos”, porque “por más que vos lo vacíes, el IMEI te lo rastrea”. Un dato que generalmente, las personas desconocen. Se trata de un código pregrabado en todos los teléfonos celulares, en donde la operadora que se utiliza no sólo conoce quién y desde dónde hace la llamada (SIM), sino también desde qué terminal telefónico la hizo.

La causa a manos de la jueza Capuchetti empieza a encontrar sus limitaciones. (Fernando Sabag Montiel)

“Otra cosa detrás de esto”

El hecho de que Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte hayan tenido la intención clara de alquilar una casa con vista al domicilio de Cristina Fernández (en el marco del objetivo de eliminarla físicamente), que además hayan llegado al lugar del hecho a sólo 15 minutos antes de que arribara la vicepresidenta y que Brenda alegara que “sabía a quién recurrir” en caso de que se quedara sin dinero, son algunas de las puntas más importantes para determinar que este pequeño grupo, era parte de algo más grande. 

“Nadie puede pensar que esa banda (de autores materiales) planificó o ideó la autoría intelectual de lo que me hicieron, sostuvo Fernández de Kirchner desde su despacho del Senado la semana pasada, en el marco de una audiencia por la causa Vialidad que se transmitió en vivo.

Allí, también, la vicepresidenta añadió que hasta el 1 de septiembre -el día del atentado fallido- ella consideraba que la “persecución judicial era para desacreditarla” y buscar su detención y proscripción política. Pero que a partir del atentado, concluyó que podía haber otra cosa más atrás de todo esto”. “Porque de repente es como que desde el ámbito judicial se da licencia social para que cualquiera pueda pensar y hacer cualquier cosa, cerró la ex presidenta.