Cuando se dan todas las condiciones para una tormenta, la descarga por naturaleza es la lluvia. Si la tormenta es importante, se suman los rayos, vientos -a veces ráfagas-, el granizo… la tempestad.
Pero lo cierto es que la presión atmosférica y la acumulación de energía, se terminan descargando de alguna u otra forma.
En la sociedad, las tormentas también ocurren.
Se dan siempre cuando el descontento es generalizado y nada ni nadie parece encauzar ese malestar.
En nuestro país, conocemos de tormentas.
Intentar comprender por qué Javier Milei es hoy un candidato que puede llegar a ser presidente y no solo un personaje explosivo desde los medios y las redes, es directamente proporcional a recuperar por qué se dio la última tormenta en la Argentina.
En ese debate -depende quién lo analice y a partir de qué variables- se darán diferentes respuestas. Pero lo cierto es que el hastío y la angustia extendida en la mayoría de la población es la única verdad palpable, imposible de negar por ningún sector ideológico o partidario.
Sin ánimo de tirar la pelota para afuera, existen sí, algunas razones casi objetivas para comprender el fenómeno Milei: un mal gobierno de Mauricio Macri, con aumento de la pobreza, el desempleo, tarifazos, represión y -principalmente- un endeudamiento criminal a través del Fondo Monetario Internacional (FMI). Una de las claves para entender la situación económica actual.
el hastío y la angustia extendida en la mayoría de la población es la única verdad palpable
Pero también, un mal gobierno de parte de Alberto Fernández, que pese a la deuda heredada, la pandemia y los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania, no ha podido estabilizar la economía, aliviar la inflación y generar buenas noticias para los y las trabajadoras.
Quien escribe no cree que ambos gobiernos puedan ser comparables, pero el objetivo de esta nota es estudiar por qué la tormenta que se desató el pasado domingo 13 de agosto, fue capitalizada por Milei y no por otro/a candidato/a.
Un cielo negro cargado de bronca
Hay algunas reflexiones al respecto.
1: Milei fue efectivamente un candidato “nuevo”, que por su discurso de venir a “barrer con la casta”, se paró siempre enfrente de una clase política desgastada, a la cual se le culpó de todos los males del país (inteligentemente dejó de lado las otras castas, como la casta judicial y la casta económica).
2: El economista fue uno de los pocos que presentó propuestas concretas, más allá de que estas puedan ser realizables o no. El hecho de proponer dolarizar el país, “volar el Banco Central” y algunas otras consignas rápidas y ruidosas, despertaron a un sector del electorado que acumulaba bronca.
3: El candidato libertario podría haber sido tan solo una anécdota o -como mucho- haberse aferrado a una tercera fuerza si no fuese por la muy mala respuesta del gobierno de turno y una, también, muy mala elección de Juntos por el Cambio.
Las chances que existen para hacer salir el sol
Por lo tanto, lo que vivimos en las PASO fue la descarga de una tormenta acumulada. La gran pregunta es si la misma será un aguacero o continuará con vientos huracanes de acá a octubre o noviembre.
Pero lo más seguro es que una gran parte de la población sintió un pequeño alivio al ver en las pantallas de los medios una placa que casi nadie pudo predecir: Milei es el candidato más votado y está a uno o dos pasos de ser el nuevo presidente de 50 millones de argentinos y argentinas.
Por lo menos, hasta ahora.
Vayamos más allá. El sector que votó a Milei es sin dudas el más descontento con la clase política y no es precisamente un electorado de extrema derecha. Relacionar a todos los votantes de la Libertad Avanza con neonazis, machistas o negacionistas, es un análisis simplista.
Sin dudas Milei es elegido por sectores conservadores y de derecha, pero también con una población jóven desahuciada, precarizada y enojada. Un sector que ni Unión por la Patria ni Juntos pudieron contener desde la política.
Porque si algo tiene de irónico o contradictorio el espacio político de Milei, es que habla del Estado y de los gobiernos de turno como el “gran mal”, cuando él -precisamente- quiere acceder al mando de todo eso. Es decir, niega a la política pero se sirve de ella.
El sector que votó a Milei es sin dudas el más descontento con la clase política y no es precisamente un electorado de extrema derecha
Pero nada está dicho. Si el peronismo desembarca toda su fuerza para re-enamorar a esa población, Milei podría sufrir pérdidas. Lo mismo si -encaminado a meterse en un balotaje- el economista liberal desdibuja su perfil extremo y se vuelve más dócil al sistema.
Después de todo, su trayectoria en política es corta y su perfil parece más bien inestable.
Es impredecible saber qué puede pasar en la Argentina de acá a noviembre, así como también medir si Milei podrá retener su increíble porcentaje de votos cuando su discurso y sus propuestas son tan extremas.
Mientras todo ocurre, todo el campo nacional y popular tendrá un papel fundamental para salir a exponer sus ideas y discutirlas. Aunque sólo podrán tener un efecto positivo si el gobierno mete algún gol en materia económica.
De lo contrario, habrá que prepararse para la peor tormenta que hayamos vivido en mucho tiempo. La Patria está en juego.