Javier Milei es el nuevo presidente de la Argentina.
Quizás durante su primer día al mando del país se puedan anticipar algunos de los aspectos fundamentales que marcarán su gestión, de acá hasta su final. En primer lugar un discurso antipático, excesivamente economicista, alejado de cualquier sensibilidad con las personas de a pie. Algo que extrañamente, a cierto sector social está interpelando.
Las frases “No hay plata”, “habrá shock”, “tendremos estanflación”, y “tendremos mayor pobreza e indigencia” salieron ayer de la boca del presidente electo frente a una multitud que aplaudía.
Además, Milei advirtió que su gobierno se enfrentará “a la peor herencia económica de la historia”, algo que no había manifestado durante la campaña electoral, donde sus propuestas se mostraban mucho más seguras y eficaces para terminar con la inflación y otros problemas económicos.
Pero casi como en una metáfora inconsciente, al final del día, el presidente Milei y parte de su gabinete, terminó celebrando el triunfo electoral en una ópera en el teatro Colón. Después de haberle dicho a la gente que la iba a pasar mal durante los próximos años. No hay mucho que agregar.
Lo que se viene es pura incertidumbre. Recién este martes 12 de diciembre, el ministro de Economía, Luis Caputo, anunciará las primeras medidas de ajuste que -según el propio Milei- recaerán “en su totalidad en el Estado y no en el sector privado”.
Se especula un fuerte ajuste en jubilaciones y pensionados, reducción de presupuesto para muchas áreas sensibles del Estado, paralización de la obra pública y apertura a las privatizaciones de varias empresas del Estado, como YPF, Aerolíneas Argentinas y medios públicos.
Sin embargo, pese a que en las primeras horas del nuevo gobierno todo parece marchar sobre ruedas, podríamos hacernos algunas preguntas: ¿Podrá realmente esta gestión aplicar semejantes medidas de ajuste que terminarán golpeando al bolsillo de la gente, después de al menos ocho años de crisis económica?
¿El plan motosierra se podrá llevar a cabo en su totalidad, o más bien los primeros conflictos sociales harán desencadenar un plan de gradualismo?
¿Cuál será la gobernabilidad que tendrá Milei en el marco de un gobierno disputado por el macrismo, un Congreso hiper fragmentado y una calle caliente por reiteradas manifestaciones?
Los próximos días serán cruciales. Se tomarán las primeras medidas vía Decreto Necesidad y Urgencia (DNU), se llamarán a sesiones extraordinarias en el Congreso de la Nación y se podrían convocar a las primeras protestas sociales de parte de sindicatos o organizaciones barriales. Será la postal de la nueva Argentina.
Por ahora, el nuevo gobierno vuelve a desempolvar viejas promesas que fueron repetidas en otra ocasión. “Habrá luz al final del camino. Es el último mal trago para empezar la reconstrucción de Argentina”.
Acá vamos, de nuevo.