La última corrida cambiaria que casi lleva el dolar a 500 pesos reordenó las prioridades económicas en el gobierno. Hasta el martes de la semana pasada la meta que el ministro de Economía Sergio Massa mantenía como prioridad era acumular 2000 millones de dólares para las reservas en el banco central para achicar el déficit fiscal a 1,9%, tal y como acordó el ministro con el FMI el año pasado. Esa meta se cayó en el momento que Massa utilizó las reservas del BCRA para bajar el tipo de cambio de los dólares financieros.
Al día siguiente el ministro activó el swap con China y esta semana el presidente Alberto Fernández en persona viajó junto a una comitiva integrada por el lider renovador, Santiago Cafiero, Agustín Rossi y Daniel Scioli con el objetivo de traer inversiones desde Brasil.
Ambas medidas tuvieron el objetivo de acumular dólares para las reservas del central y comenzar a comerciar con estos dos países en monedas que no fueran dólares. Es que al dejar de utilizar la divisa norteamericana para intercambios comerciales con estos países automáticamente eso redundaría en más dólares para las reservas (que a su vez mantendrían el precio del dólar más estable).
Es difícil saber a ciencia cierta si eso sucederá o no. Más allá de las intenciones del ministro que ahora deberá renegociar nuevas metas del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Con las elecciones cada vez más cerca, el FMI podría ser un actor más en la contienda electoral en función de lo que decida hacer con Argentina. La última elección presidencial el organismo decidió apoyar a Mauricio Macri con un préstamo millonario de 20 mil millones de dólares para la campaña electoral.
Durante la última corrida Massa también se vio traicionado por los formadores de precios y sectores concentrados, a los que siempre tuvo de aliados e intentó representar. Fue por eso que activó también, a través de la Secretaría de Comercio, multas a empresas multinacionales por remarcar precios e impuso sanciones de hasta 45 millones de pesos para Coca Cola y Danone, las cuales encontraron alzas mensuales de hasta 32,5 por ciento, cuando los acuerdos firmados decían no más de 3,2 por ciento.
Los sectores concentrados de la economía argentina están tan expectantes como el FMI de lo que pueda pasar en las elecciones. Un cambio de gobierno podría significar un beneficio para este sector que está pujando por un shock devaluatorio que hasta ahora el gobierno se resiste a hacer a sabiendas de lo doloroso que podría ser para las mayorías.
La renegociación que se avecina
El FMI anunció de inmediato que el acuerdo deberá renegociarse cuando Massa lo hizo caer al usar los dólares del central para bajar los tipos de cambio financieros. Podría no haberlo hecho y soltarle la mano, dejando a la Argentina en default y dándole un golpe de gracia económico al gobierno del Frente de Todos. Es un dato en sí mismo que no lo haya hecho aunque no significa un apoyo firme.
Es que dentro del directorio del Fondo, en general supeditado a las decisiones del gobierno de Estados Unidos, podrían pedir condiciones más duras de cumplimiento para el país a la espera de una gestión de Juntos por el Cambio o de La Libertad Avanza que asuma con entusiasmo las metas de ajuste y recortes de derechos.
Durante la gira en Brasil el presidente Lula Da Silva dio un mensaje al gobierno norteamericano para que Argentina alcance un nuevo acuerdo más beneficioso con el FMI. Cristina Fernández, en su última alocución, pidió que las metas que se acuerden con el organismo internacional estén atadas al superávit fiscal para que los contextos internacionales no afecten los objetivos, como sucedió con la sequía y la guerra en Ucrania en el caso de este último acuerdo.
El tan mentado programa que pidió la vicepresidenta para el peronismo de cara a las elecciones podría verse afectado por las negociaciones con el Fondo.