Este domingo 20 de noviembre, la mayoría de los y las argentinas se levantaron con la cabeza puesta en el comienzo del mundial y con la certeza de un fin de semana largo, antes del debut de la selección nacional.
Pero en las primeras horas de la mañana, la noticia de la muerte de Hebe de Bonafini transformó todo ese clima. La áspera frase que se repitió por portales y redes sociales, se sintió como un golpe helado en el estómago, de esos que sólo se experimentan con la pérdida irreparable de alguien cercano.
La presidenta y cofundadora de Madres de Plaza de Mayo tenía 93 años, pero la idea de su muerte se posponía en la mente de muchos y muchas, quizás porque su integridad y lucha seguía siendo la misma de siempre. Ahora, según informaron desde Madres, sus cenizas descansarán en la Plaza de Mayo. Esa misma Plaza que la vió ponerse por primera vez el pañuelo blanco junto a otras mujeres, haciendo la tradicional ronda para pedir por la aparición de los y las desaparecidas, en plena dictadura militar. Para pedir por sus dos hijos, Jorge y Raúl, y por su nuera, María Alejandra.
Pero a solo unos días de que Hebe “se mudara de casa” (como le gustaba decir con las madres que habían partido antes que ella), la referenta de los Derechos Humanos en el país siguió siendo Hebe. Esa mujer indomable, profundamente apasionada y políticamente incorrecta. En la última ronda que participó hace sólo diez días atrás, ella marcó nuevamente el camino y dejó allí su último legado.
📣Fragmento Marcha Nro 2326 – Hebe de Bonafini: "Necesitamos hacer una pueblada contra la Corte Suprema"#HebeDeBonafini #MadresDePlazaDeMayo pic.twitter.com/JUtThV3hUK
— Prensa Madres (@PrensaMadres) November 10, 2022
“Extraño este lugar. Los médicos me dejaron venir porque saben que también es parte de mi salud. Necesito a la Plaza y a ustedes para mejorarme”, dijo al comienzo, despertando un aplauso en coro de los presentes. Es que la mujer venía de estar internada y desde el 13 de octubre, realizaba constantes chequeos por un desmejoramiento de su salud.
Después, Hebe fue al hueso: “Nosotros necesitamos con mucha urgencia hacer algo contra los jueces de la Corte y todos los jueces que están comprometidos con perdonar asesinos. Porque no solo perdonan al que quiso matar a Cristina, vienen perdonando desde antes. A los asesinos de nuestros hijos e hijas”, manifestó.
En su afán por repudiar la evidente trama judicial que se cocina desde los tribunales federales de Comodoro Py, Hebe pidió una “gran pueblada” para sacar a “estos jueces de mierda”. “Aunque nos caguen a palos”, insistió.
Finalmente, cerró su discurso con una advertencia (quizás la que ahora debería resonarnos y darnos mucho debate al respecto): “Si nosotros no nos ponemos de pie y enfrentamos a esta basura de gente, hoy van por Cristina, pero mañana van por nosotros. No nos olvidemos de eso, porque es así”, consideró.
Sus últimas palabras en aquella Plaza que la convirtió en Madre, no tuvieron sabor a despedida, pero sí sonaron con una sabiduría amorosa y con la sensibilidad social que Hebe siempre tuvo. “´No me preocupé porque era comunista, no me preocupé porque no era peronista, pero ahora vienen por mí y ya es tarde´. Para que no sea tarde, hagamos una pueblada compañeros”, provocó, resignificando la famosa frase de Beltor Brecht.
Hebe tiene razón
Es cierto, a Hebe no la caracterizaba la diplomacia (un método que no utiliza precisamente la derecha argentina y que no estaría aplicando el Poder Judicial), pero las estadísticas sobre el rumbo de los juicios de lesa humanidad, le están dando la razón.
Según un último informe elaborado por la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, de marzo de este año, hasta entonces el 44% (275) de las causas por crímenes de lesa humanidad en el país se encuentran en etapa de instrucción, es decir, desde su comienzo y sin condenados. Mientras que el 43% (273), ya tuvo sentencia.
En tanto, un 10 % (65) aguarda por el inicio del debate y un 3 % (20) está actualmente en juicio. En total y hasta entonces, 1.058 genocidas fueron condenados por crímenes de lesa humanidad a partir de los juicios que se reiniciaron en 2006 y 165 resultaron absueltos.
El problema con esta lentitud en avanzar con los juicios, es obvio: según este propio informe, desde el inicio de los procesos hasta la actualidad ya fallecieron 964 personas investigadas por crímenes de lesa humanidad antes de obtener sentencia. La denominada “impunidad biológica”.
Un último punto también le da la razón a las últimas y decididas palabras de Hebe: el informe de la Procuraduría sostiene que en los últimos años “la prisión domiciliaria se afianzó como el modo de detención para las personas que transitan estos procesos judiciales”.
Para ser más específicos, en la actualidad, 764 personas se encuentran detenidas en cárcel y 1532 permanecen en prisión domiciliaria, según el reporte.
Un método que empezó a ser más recurrente desde el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) y que tuvo como punto cúlmine, el vergonzoso fallo para alivianar las condenas de los genocidas -más conocido como el fallo del “2×1”, que tuvo que ser anulado a raíz de una inmensa movilización popular, en mayo del 2017.
Una movilización que visibilizó la vitalidad de la Memoria en la Argentina y que demostró que la lucha de las mujeres como Hebe, no fueron en vano y seguirán a través de las nuevas generaciones.