Estados Unidos apoya la suspensión de patentes, ¿y ahora qué?

La declaración de la Casa Blanca llega tras la presión de más de 100 países a la Organización Mundial del Comercio y con más de 3 millones de muertes por la pandemia.

El anuncio de la Embajadora de Estados Unidos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) del apoyo a la suspensión de patentes de las vacunas contra el COVID19 fue la gran novedad de este miércoles. Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, declaró horas después que la Unión Europea está “lista para discutir”. 

Tras varios meses de negociación, al fin se abre la posibilidad de que las fórmulas se liberen. La solicitud formal se dio a través de los representantes de Sudáfrica e India en octubre de 2020, y contó con el apoyo de otros 100 países y la rotunda negativa de Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros. El giro en la posición norteamericana aparece tras el colapso del sistema de salud en la India y luego de que Estados Unidos haya logrado la vacunación de cerca del 56% de su población, con un stock de 550 millones de dosis.

El anuncio no fue recibido con entusiasmo por las farmacéuticas productoras de los inmunizantes. “La decisión de Estados Unidos de apoyar la suspensión temporal de patentes de las vacunas contra el COVID19 es decepcionante” declaró en un comunicado la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas, quienes a su vez catalogaron la decisión como “una solución simplista y equivocada a un problema muy complejo”, al tiempo que advirtió que dicha medida puede ser contraproducente. 

Las resistencias

Tras el celebrado anuncio de la embajadora Katherine Tai, la respuesta del lobby farmacéutico no se hizo esperar. “Fabricar vacunas no es solo cuestión de patentes”, declaró a Semana Sai Prasad, presidente de la Red de Fabricantes de Vacunas de los Países en Desarrollo, que reúne a los laboratorios de los países con esas características. “Es una industria muy compleja, con una ciencia complicada, procesos de fabricación muy complicados.Tenemos que ser muy cuidadosos con quién transferimos los conocimientos técnicos”.

Por su parte, la Dra. Michelle McMurry-Heath, directora ejecutiva del grupo comercial Biotechnology Innovation Organization, expresó en un comunicado que la medida no sólo se pone en peligro la innovación sino que la liberación de patentes no es garantía de más producción: “Entregar a los países necesitados un recetario sin los ingredientes, las salvaguardias y la considerable mano de obra necesarios no ayudará a la gente que espera la vacuna”.

En la misma línea, la presidenta de la Organización de Innovación Biotecnológica (BIO), Michelle McMurry-Heath, alertó para la posibilidad de que inmunizantes puedan ser falsificados y, con ello, que se pierda confianza en las vacunas: “No queremos hacer nada que socave la confianza en las vacunas”.

Sin embargo, son aún más las voces que se pronunciaron a favor de la iniciativa. Es el caso de Marc Botenga, eurodiputado belga quien, en entrevista con ARG Medios días antes del anuncio de Tai expresó: “Ellos dirán que eso no lo resuelve todo, que también necesitamos las fábricas, la transferencia tecnológica y las materias primas. Todo eso es cierto, también tenemos que patrocinar la transferencia de tecnología; la Organización Mundial de la Salud tiene algunas plataformas para hacerlo. Pero necesitamos el derecho”. 

Inversión y ganancias

Desde el comienzo de la pandemia de COVID19, varias organizaciones y Estados han apoyado la iniciativa de las farmacéuticas para producir un inmunizante con el nuevo virus. Ese apoyo se vio traducido en inversión, lo cual no sólo facilitó sino que aceleró el desarrollo de vacunas.

En total, el aporte en fondos públicos llega a 8.600 millones de dólares y otros 1.900 millones por parte de organizaciones sin fines de lucro, como la Fundación Bill Gates (que por cierto, expresó su negativa a la liberación de patentes la semana pasada). Por su parte, las empresas farmacéuticas productoras de los inmunizantes tuvieron una inversión de 3.400 millones de dólares.

Si bien algunas de las dosis están disponibles a precios relativamente bajos —como es el caso de la vacuna de Astrazeneca, cuyo costo es de 4 dólares por dosis—, tanto la mutación del virus como la asimetría en la vacunación en países pobres podría generar la necesidad de nuevas campañas de vacunación en el futuro. Empresas como Pfizer han presionado en los contratos a gobiernos para que generen un stock de inmunizantes con la excusa de negociar ventas mayores, llegando inclusive a alertar sobre un posible e inminente aumento de precios.

La misma empresa espera alcanzar para fines de 2021 un total de 15.000 millones en ventas y alcanzar así un margen de ganancia cercano al 30%. La estadounidense Moderna, que recibió 529 millones de dólares en concepto de subsidios para la producción de vacunas, recibió al momento cerca de 200 millones con las primeras ventas de 2020 y esperan cerca de 16.000 millones para fines de 2021. A su vez, dicha farmacéutica logró un aumento de sus acciones en 187% en los últimos 12 meses.

Si bien el anuncio del gobierno de Estados Unidos de apoyar la liberación de patentes genera expectativas, lo cierto es que la medida sería efectiva solo hasta que se alcance la inmunización colectiva. Por otro lado, en plena disputa con Rusia y China —quienes han facilitado el acceso para la producción de inmunizantes a países pobres—, el apoyo a la liberación de patentes parece más una gestualidad en medio a las tensiones geopolíticas que un acto de mera solidaridad. 

Descartando los motivos por los cuales Estados Unidos y la UE puedan apoyar la suspensión de patentes, lo cierto es que la iniciativa abre el escenario para acelerar la vacunación ante el surgimiento de nuevas variantes y el colapso sanitario de varios países del mundo.