El conflicto bélico que sacude a Ucrania y toda Europa, sigue generando coletazos políticos en el resto del mundo y en América Latina. Ante el aumento explosivo del precio del petróleo, el gas y algunos commodities -como la soja y el trigo- sucesivos gobiernos se preparan para enfrentar el efecto económico de la guerra y de las sanciones que impuso Occidente a Rusia.
Entre ellos, el propio gobierno de los Estados Unidos. Esta semana, el presidente Joe Biden sorprendió al anunciar un descongelamiento de las relaciones con Venezuela, en el marco de una medida preventiva ante la suba de las naftas, que ya afectan a todo el país del norte.
La confirmación de parte del Departamento de Estado en donde se habría autorizado la presencia de Chevron por lo menos hasta junio de este año, abrió un nuevo panorama en las relaciones entre Estados Unidos y el gobierno de Nicolás Maduro, luego de sucesivas amenazas de parte de Washington.
Pero la estratégica medida que tomó Biden más allá de las contradicciones que le podrían nacer de parte de la oposición más conservadora en el Congreso norteamericano, ya generó otras reacciones en el continente. En Argentina, el gobierno de Alberto Fernández planea restituir el rol de Embajador argentino en Caracas, luego de sucesivos cortocircuitos en las relaciones diplomáticas.
Una situación que se agravó del todo con el gobierno de Mauricio Macri (quien llegó a pedir la Carta Democrática de la OEA para desplazar al gobierno constitucional de Maduro) y que se intentó mejorar con la llegada del Frente de Todos a la Casa Rosada. Sin embargo, esas relaciones no terminaron de sanar del todo.
Lo cierto es que la posibilidad de que se reconstruya un embajador argentino en Venezuela, sería más que un gesto para que ambos países retomen el diálogo y otro tipo de relaciones políticas y económicas.
Hasta entonces el único emisario de parte del Estado argentino era Eduardo Poretti, una especie de encargado de algunos acuerdos comerciales entre ambos países. Pero la embajada argentina en el país caribeño, estaba políticamente vacante.
Una decisión en manos del presidente Fernández
ARGmedios se comunicó con la Cancillería argentina y allí reconocieron que efectivamente el gobierno de Alberto Fernández busca mejorar las relaciones entre ambos países. “El nombre que genera más consenso es el de Oscar Laborde”, informaron. Un hecho que también estará marcado por lo que pueda suceder entre el gobierno estadounidense y la administración de Maduro.
“Se analiza eso. El nombre que genera más consenso es el de (Oscar) Laborde pero no está definido aún”, respondieron de parte de Cancillería, a cargo de Santiago Cafiero.
“Hay que esperar a que el presidente tome la decisión”, reforzaron.
La última vez que la República Argentina tuvo un embajador en Venezuela fue en el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuando las relaciones diplomáticas tenían otro color y el respaldo a las sanciones que recibía el por entonces reciente gobierno de Maduro, eran denunciadas también desde Casa Rosada.
Allí el encargado de ser el envíado argentino fue Carlos Cheppi, quien funcionó como Embajador desde el 2011 al 2015. Con la llegada de Cambiemos al poder, Venezuela perdió a un aliado y las posturas respecto al intervencionismo extranjero en los asuntos de países soberanos, se desvirtuó completamente.
Desde entonces, las comunicaciones se cortaron y las relaciones políticas también. Lo cierto es que con la posible llegada de Oscar Laborde a la embajada argentina en Venezuela, el panorama podría cambiar profundamente.
El ex legislador es el actual vicepresidente del Parlasur y presidente del Observatorio de la Democracia del parlamento. Su perfil político está más cercano al de la expresidenta Fernández y eso abriría un par de lecturas necesarias.
La primera es que, por la crisis que se desató en Ucrania y el obligado desacelere de parte del gobierno estadounidense hacia Venezuela, el Poder Ejecutivo nacional aprovechó para restablecer sus relaciones históricas con ese país.
La segunda es que por la trayectoria política de Laborde, el diálogo entre Argentina y el gobierno de Maduro podrían volver a un punto de buen puerto.
Como un último punto, se puede plantear que el hecho de arreglar económicamente por la falta de petróleo, Biden abrió un portal para que muchos países de América Latina (y del mundo), revisen su postura diplomática para con Venezuela.