El fútbol es el deporte más popular de Argentina, más aún en un año mundialista, mueve multitudes y grandes sentimientos. Tan así, que casi todos los hinchas, cualquiera sea su equipo, están expectantes a la recta final del campeonato de primera división en donde cinco equipos aún tienen chances de consagrarse campeón. Pero la realidad marca, otra vez, que hay que frenar la pelota para que el fútbol sea ese deporte popular que se pueda disfrutar como espectadores en un ambiente seguro y sano.
El pasado viernes 7, Gimnasia y Boca iban a disputar un encuentro clave por el campeonato, pero se convirtió en un escenario de represión feroz por parte de la policía, con el triste resultado de un fallecido: César Regueiro, hincha de Gimnasia, murió de un paro cardiorespiratorio en el medio de los gases lacrimógenos y las balas de goma.
La violencia comenzó cuando el jefe del operativo, según palabras del ministro de seguridad de la provincia, Sergio Berni, dio la orden de cerrar las puertas del estadio porque la capacidad estaba completa mientras había gente afuera con entradas y carnets de socios esperando ingresar.
El terrible accionar de la policía bonaerense se dio cuando algunos pocos hinchas comenzaron a intentar ingresar al estadio por vías alternativas, colgándose de las paredes, o a través de una escalera de obra por debajo de una tribuna. Cuando la policía los vio comenzaron la represión con balas de goma y gases lacrimógenos, que insólitamente también fueron lanzados hacia adentro del estadio causando el ahogo de todos los presentes.
Según relatos del público, cuando intentaron salir de las tribunas por la falta de aire se encontraron con la represión policial y volvieron a ingresar, recién pudieron volver a respirar de una forma más limpia cuando desde el club se habilitó que ingresen al campo de juego.
La policía reprimió con disparos de bala de goma a quemarropas, según el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en declaraciones para C5N, el total de internados esa noche fueron 8 personas, tres con heridas de bala de goma. La policía tiñó de rojo nuestro fútbol, una vez más.
¿Qué es lo que falla para que regularmente el futbol argentino termine en tragedia? Hay una constante y es que cuando el evento deportivo convoca multitudes, la logística coordinada entre Agencia de Prevención de Violencia en el Deporte (Aprevide), dependiente del Ministerio de Seguridad de la provincia, y la policía, no resulta para nada eficiente, y se termina “resolviendo” el problema (que ellos mismos generan) con violencia estatal.
Pasó en el cilindro de Avellaneda cuando se jugó la final entre Quilmes y Barracas por el ascenso a primera. Los hinchas del equipo del sur ingresaban por una única esquina, pero el hecho terminó en corridas y balas de goma. También pasó en otros lugares del país, como en la previa de Boca vs Huracán: en la cancha de los de la Ribera, ante el amontonamiento de gente la policía respondió con corridas y golpes.
La “solución” parece ser siempre la violencia, el fútbol pasa a ser un lugar inseguro cuando quienes están para cuidar provocan una situación de violencia que termina con la idea del juego y la competencia para convertirse en miedo.
Con respecto a lo sucedido en La Plata se sabe que el jefe del operativo Juan Manuel Gorbaran y el oficial principal Fernando Falcon, han sido separados de sus cargos. La investigación a cargo del fiscal Martin Almirón analiza si hubo sobreventa de entradas o no, pero desde el club aseguraron mediante un comunicado que “el Estadio Juan Carmelo Zerillo fue habilitado por los organismos pertinentes para que asistan 29.953 espectadores. Contando nuestra Institución con 25.890 socios y socias habilitados para asistir a este encuentro. Se vendieron 3354 entradas y no hubo sobreventa”.
Lo que se investiga es de donde han salido las entradas de protocolo que se encontraron en las inmediaciones de la cancha, estas entradas no tienen validez de AFA pero aun así había gente que ingresó con las mismas, de esta forma la capacidad se ocupó y personas con accesos legítimos quedaron afuera.
Con o sin sobreventa la policía reprimió, una persona perdió la vida y lamentablemente las muertes en el futbol no son una excepción. La violencia institucional parece haberse enquistado en nuestro país y hay que evitar “naturalizarla” porque se tratan de decisiones políticas del uso de la fuerza represiva del Estado contra el pueblo. En este sentido es necesario ubicar responsabilidades empezando por el ministro de seguridad Sergio Berni, quien paradójicamente aseguró en diálogo con TN, que “no es responsable de lo sucedido”.
“La policía resolvió la situación de la peor manera”, dijo Berni 12hs después de lo sucedido en una entrevista en el canal TN, mientras intentaba despegarse de tal situación. Fueron las fuerzas bajo sus mandos, las que generaron el caos y hasta él mismo dijo que el hecho de que el gas lacrimógeno haya sido arrojado hacia adentro del estadio, puede ser considerado un “acto criminal”.
Por otro lado, en una muestra clara de por qué el fútbol es el deporte más popular del país, tanto la hinchada de Estudiantes, como la de Boca, se manifestaron en las tribunas en sus últimos encuentros al grito de: “el que no salta es un botón”, apoyando al club, mostrando su solidaridad e identificando quienes son los verdaderos responsables.
La investigación de la Justicia debe seguir su curso, pero también el poder político argentino debe trabajar en la capacitación de sus fuerzas, atendiendo los protocolos internos y las leyes de garantía de derechos humanos.
La AFA debe también empezar a implementar entradas virtuales, para evitar las “no oficiales”, como las de protocolo que se han visto en esta oportunidad. Los operativos deben estar pensados para facilitar el acceso y no para amontonar personas cuando no hace falta. Frenar la pelota para no mancharla más.