La cultura Comechingón que no murió y expone el discurso oficial 

El festejo por la fundación de la ciudad de Córdoba es una muestra más de que la opresión histórica a los pueblos originarios se continúa replicando por las autoridades y por el discurso oficial. 

Parece imposible entender que, luego de 449 años, las autoridades gubernamentales y el discurso oficial mantenga la celebración por la fundación de Córdoba

Como cada año, el pasado 6 de julio se conmemoró la fundación de la ciudad de Córdoba. El acto fue encabezado por el intendente Martin Llaryora, junto al vicegobernador de la Provincia, Manuel Calvo. A modo de homenaje, el jefe comunal caminó hasta el monumento de Don Jerónimo Luis de Cabrera, donde dejó una ofrenda floral. 

Pero por su parte, el día anterior, en Barrio Alto Alberdi, el festejo por la identidad Comechingón conmemoraba el último día de libertad de su pueblo.

Es que, Don Jerónimo Luis de Cabrera, fundó la ciudad a costa de las personas que habitaban esas tierras. Para quienes vivían en ese territorio la fundación de Córdoba significó la esclavización, pérdida del territorio ancestral y la reducción del pueblo.

Parece imposible entender que, luego de 449 años, las autoridades gubernamentales y el discurso oficial mantenga la celebración por la fundación de Córdoba. Dejando flores al monumento del conquistador, presentando un discurso que invisibiliza completamente la lucha histórica de la comunidad Comechingón. Así, se refuerza el discurso hegemónico de la conquista y se niega la presencia aborigen en la identidad ciudadana. 

Como contrafestejo, la Comunidad Pueblo de La Toma se organizó para conmemorar la vida antes de la invasión europea. Alzando, una vez más, la voz y las banderas para celebrar la identidad Comechingón. Allí, los y las curacas de la comunidad, Marcela Saavedra, Sergio Ferrer Acevedo y Gabriel Villarreal, presidieron el encuentro y la ofrenda al Río Suquía. 


Las familias del Pueblo de La Toma, recuperan elementos de sus antepasados, como el respeto a la naturaleza y lo espiritual.

La negación de lo indígena en la identidad nacional

En las últimas décadas, a nivel nacional, las comunidades originarias lograron reemerger y alzar su voz en pos de las reivindicaciones históricas. Junto a este proceso diferentes antropólogos y antropólogas que trabajaron en conjunto con los miembros de las comunidades, comenzaron a reconstruir esta historia. 

De la multiplicidad de trabajos, investigaciones y reconstrucciones, es posible destacar a Diana Lenton, quien explica cómo el Estado nacional y también las provincias se conformaron a partir del genocidio constituyente. Y cómo esa violencia se trasladó a la conformación de aquello que se iba a aceptar como “identidad argentina”. 

Por otro lado, desde la especificidad de la provincia de Córdoba, José María Bompadre, quien se dedica a investigar procesos de reemergencia, así como Lucas Palladino quien, en conjunto con la comunidad del Pueblo La Toma, investigaron la cartografía oficial de la ciudad de Córdoba, demostrando que la misma apoya a la memoria oral del pueblo Comechingón. Y por lo tanto, su prexistencia al Estado. 

Entonces, desde estas elaboraciones, es posible sintetizar que Argentina se consolidó como Nación siguiendo la misma línea de los conquistadores europeos. La premisa fue construir una patria blanca, católica y europeizada, donde los pueblos originarios no tenían lugar. Se trata del ocultamiento de la presencia originaria, el cual se dio en dos planos. Por un lado, el plano físico: las sistemáticas esclavizaciones y asesinatos de los pueblos y la expropiación de sus tierras. Esto es acompañado por un plano simbólico, es decir, la negación de lo indígena en la identidad nacional. 

Por todo este doloroso proceso, se alimentó un discurso que ponía de un lado a la “civilización” y del otro al “salvaje”. Algo que en este proceso, la cultura de los pueblos originarios, sus especificidades, sus derechos, fueron reducidos a la imagen del “indio”. De quien se empezó a hablar en pasado.

Dicho de otra manera, desde las escuelas, desde los medios hegemónicos, desde el discurso oficial se inculcó que los “indios” eran salvajes, atrasados y, sobre todo, que estaban “extintos. Bajo este contexto durante 1880 el Pueblo de La Toma, ubicado en el actual Barrio Alberdi, sufrió una segunda matanza. Nuevamente el Estado oprimía provocando más muertes. Siguieron tiempos de expropiación y desalojos, que finalmente concluyeron en la desarticulación de la comunidad, con un Estado totalmente ausente y negacionista.  

Durante finales del siglo XIX y comienzos del XX, la gran mayoría de las familias identificadas comechingonas del Pueblo de La Toma, se vieron obligadas a ocultar su identidad. Esto debido a la estigmatización negativa y la hostilidad social que atravesaban el ser originario.

La premisa fue construir una patria blanca, católica y europeizada, donde los pueblos originarios no tenían lugar.

Defender la presencia originaria 

A finales de 2007 y comienzos de 2008 la comunidad Comechingón del Pueblo de La Toma volvió a reorganizarse en la esfera pública. Esto sucedió a partir de una investigación realizada por el Instituto de Culturas Aborígenes, donde se logró conectar a ocho familias que se identificaron como Comechingonas y que constituyeron, nuevamente, una comunidad. 

¿Qué es formar una comunidad? Como explica Palladino, esto puede traducirse en la construcción política de un grupo. En otras palabras, volver a formar una comunidad implica el proyecto común de pugnar por el reconocimiento del Estado, y de la sociedad. Construir bajo el mismo sentimiento de pertenencia; reivindicando, pero también reinventando, la cultura tanto tiempo silenciada.  

Las familias del Pueblo de La Toma, recuperan elementos de sus antepasados, como el respeto a la naturaleza y lo espiritual. Además, se reclama la filiación de sangre a través de algún antepasado Comechingón, asegurando que estos familiares vivieron en el Pueblo de la Toma. Actualmente, en sus redes sociales, se comparten los trabajos realizados sobre cada apellido, recuperando su respectiva cadena filiatoria. Las tradiciones ancestrales, como el patai, el ritual de la primera menstruación o las actividades relacionadas con la cestería y la cerámica se entrelazan con las nuevas actividades, ligadas a las reconstrucciones científicas acerca de la historia de los Comechingones del Pueblo de la Toma y a la difusión de las mismas. 

En conclusión, las personas que conforman la comunidad ponen el cuerpo todos los días para reivindicar y celebrar la identidad Comechingón. Esta es una lucha que nos interpela y atraviesa a todos y todas, porque forma parte de nuestras raíces y de nuestro presente. Como dice Ferrer, se trata de trabajar participativamente para volver a construir los sentidos de pertenencia comunitaria; reivindicar la presencia originaria en la identidad de Córdoba y de todo el país.