Ayer, Cristina Fernández de Kirchner admitió que tiene miedo. No de sus adversarios políticos, no de la persecución judicial. De hecho, nunca mencionó el temor de ir presa. Dijo que tiene miedo de dejarles un país injusto a sus nietos y a los jóvenes. “Temo por los jóvenes”, dijo.
“Yo ya viví, no tengo miedo”, repitió, ante un eco de aplausos en la sala principal del Teatro Argentino de La Plata.
Puede que esa frase sea una de las consignas para entender la decisión que tomará finalmente la vicepresidenta antes del cierre de listas para los y las precandidatas electorales.
Si a este punto -puramente emocional- le sumamos que la propia expresidenta negó dos veces querer ir de nuevo por la Casa Rosada y además, machacó durante todo su discurso sobre la necesidad urgente de construir “un programa político” para sacar de la crisis a la Argentina, la reflexión final parece clara.
“No se trata de una persona. Es importante volver a construir programas de gobiernos”, le respondió la exmandataria a una militante que pidió a los gritos por su candidatura.
Si finalmente Cristina no será candidata, ¿A quién apoyará? Y todavía más importante, ¿Hay tiempo para discutir un programa de gobierno como el que sugiere la vicepresidenta?
Inflación, acuerdo con el FMI y concentración de la riqueza
Lo cierto es que durante la hora y minutos en la que CFK habló en su clase magistral, que dio inicio a la Escuela de formación Néstor Kirchner, el eje central pasó precisamente por esto. Para discutir si realmente la inflación es un problema relacionado a la emisión y al déficit fiscal, o más bien, es hoy un problema agigantado por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Por eso, pidió expresamente “rediscutir” el acuerdo con el Fondo.
También, claro, para “subir al ring” a Javier Milei y las teorías libertarias. Allí Cristina hizo hincapié en recordar que Argentina tuvo un proceso muy similar al dolarización -que fue la convertibilidad- y que “estalló por los aires” en diciembre del 2001, con 39 muertos por la represión, un país empobrecido hasta la médula y una situación institucional realmente inestable, en donde la foto fue el paso de cinco presidentes durante una semana.
“Cuando reflotan estás teorías que han sido muy dañinas, la verdad es que uno se pregunta si es posible volver a discutir lo que fracasó hace veinte años atrás”, sostuvo la expresidenta.
También, Cristina puso sobre la mesa otros dos temas claves: la concentración de la riqueza en el país y la decisión que el Estado tiene que tomar con sus recursos naturales.
“Veinte empresas hacen el 74 por ciento de las facturaciones de lo que consumen los argentinos”, deslizó la expresidenta, como una frase para resumir lo que después detalló, nombrando empresa por empresa.
“A quien le van a hacer creer que van a poder controlar lo que hace el poder concentrado. Que no me jodan”, le apuntó a la oposición, a quienes los culpó de estar “haciendo competencia para ver quién ajusta más al pueblo”, en caso de llegar al gobierno.
Finalmente, en cuestión de recursos naturales, la exmandataria dejó una frase llamativa: destacó el rol de Vaca Muerta, pero advirtió que esta reserva de gas y petróleo, “no nos va a salvar”.
“Tenemos que ver cómo vamos a manejar nuestros recursos. Tenemos que ver si vamos a declarar al litio como recurso estratégico… Tenemos que saber también cómo vamos manejar lo que se va a dar a partir del gasoducto en Vaca Muerta”, manifestó.
El programa por sobre los nombres
Es decir, Cristina puso sobre la mesa la necesidad de discutir un modelo de país y no tanto discutir nombres para las elecciones. Aún menos el de ella, a quien todo parece indicar no la van a terminar convenciendo de volver a ser candidata para presidenta. Aunque no se la puede descartar en otro rol.
Más bien, ese programa político del cual insistió es una consigna que no se las dio solamente a los dirigentes y funcionarios, si no a los y las militantes. “Hay que dar debate con los ciudadanos y ciudadanas, hay que ir a las calles a discutir”, dijo.
Sin Cristina como protagonista y -por ahora- sin nombres claros en el Frente de Todos, comienza una nueva etapa en el peronismo. Y quizás, en la Argentina.