“Los liberales valoramos la visión de Memoria, Verdad y Justicia, pero empezamos por la verdad. No fueron 30 mil los desaparecidos fueron 8. 753”, afirmó el domingo pasado Javier Milei, quien en agosto ganó las PASO con el 30% de los votos.
Se trata de una de las declaraciones negacionistas más graves desde el retorno de la democracia, si se tiene en cuenta el contexto: lo hace un candidato a presidente con chances claras de llegar a la Casa Rosada, y también en el marco de un debate para 20 millones de televidentes y usuarios.
En nuestro país, estamos aprendiendo algo doloroso, pero real: pese a tantos años de lucha, la versión genocida respecto a la última dictadura cívico-militar, todavía se instala en la sociedad. Y se manifiesta de esta forma. Primero negando una cifra abierta que intenta reflejar el verdadero rostro del horror. Después deslizando que no fue una dictadura en donde el Estado salía a cazar personas, las torturaba y las asesinaba, si no que fue en realidad una “guerra”, desempolvando la “teoría de los dos demonios”.
Sin embargo, sería un error considerar que todo votante de Milei es un negacionista, por lo que es necesario poner sobre la mesa aclaraciones fundamentales y cifras.
Los genocidas nunca hablaron
-Primero y principal: el verdadero número de desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado lo saben sus verdugos. Es decir, los militares genocidas que llevaron a cabo el golpe de Estado de 1976. Muchos de ellos se están muriendo en silencio, sin revelar a dónde fueron fusilados o arrojados los cuerpos, así como por ejemplo, a dónde están los hijos que fueron apropiados luego de asesinar a sus padres.
Por esta razón, diferentes organismos de Derechos Humanos le exigen a las Fuerzas Armadas que entreguen -casi 50 años después- toda la documentación e información posible. Hasta ahora, no lo han hecho.
El informe de la CONADEP no puede cerrar nada
-Segundo punto. El número de desaparecidos que arrojó Milei durante el debate (8.753) es la cifra que confirmó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) a pocos años del retorno de la democracia. Fue una investigación oficial que tiene una importancia enorme, pero que no es posible tomarla como definitiva.
Por simples razones: se llevó a cabo y se cerró a pocos años de que finalizara la dictadura. La presión de las Fuerzas Armadas se respiraba en el aire y las propias familias de las víctimas no se animaban a hablar o denunciar.
El terrorismo de Estado fue clandestino
-En tercer punto y quizás el más importante. El informe de la CONADEP, así como los dichos negacionistas de Milei, no comprenden algo fundamental: durante los seis años de dictadura militar, los secuestros, las torturas, las violaciones, el robo de bebés y el exterminio en todas sus formas se dio de forma clandestina. Por lo que es casi imposible que el número real de víctimas pueda cerrarse.
Si no existe una documentación secreta de las Fuerzas Armadas que recopile los asesinatos en cada rincón del país, si los genocidas se mueren sin hablar, la cifra definitiva sobre los desaparecidos en la Argentina seguirá siendo una incógnita. Y un dolor abierto.
De hecho, fuentes judiciales especializadas en delitos de lesa humanidad explican que el número 30 mil también se construye a partir de estimaciones sobre la cantidad de personas que pasaron por los 800 Centros Clandestinos de Detención (CCD) y por los números o letras que le ponían a personas secuestradas.
Por qué decimos 30 mil
Sobre todo esto también reflexiona el escritor, Martín Kohan: “La discusión no es entre 8000 casos probados y 30.000 casos no probados. A mi criterio, lo que la cifra 30.000 expresa es que no hay pruebas porque el Estado no da la información respecto de lo que pasó. La represión fue clandestina y fue ilegal, no pasó por ningún sistema judicial, fue tan clandestina como los centros clandestinos de represión y de tortura. Y la cifra de 30.000 expresa que no sabemos exactamente cuántos fueron porque el Estado ilegal, que reprimió clandestinamente, no abre los archivos, no da la información de dónde están los desaparecidos ni la información de dónde están los nietos secuestrados”.
Por todo esto, las declaraciones de Javier Milei son por lo menos ignorantes de la historia de sufrimiento y genocidio que vivió la Argentina. Pero además, lo sabemos, quienes se toman de una cifra mucho menor a la de los 30 mil desaparecidos solo buscan minimizar lo ocurrido en nuestro país bajo la última dictadura militar.
Lo que revela que, en realidad, ni siquiera buscan discutir la historia. Solo negarla. Por eso es correcto llamarlos “negacionistas”.