Durante la última aparición pública de Cristina Fernández de Kirchner, dos intendentes hablaron antes a modo de teloneros de un discurso que volvería a crepitar el Poder Ejecutivo de Alberto Fernández. (De hecho, casualidad o no, el ministro de Economía –Martín Guzmán- iba a renunciar ese mismo sábado). Se trata de Mario Secco, intendente de Ensenada y Juan José Mussi, intendente de Berazategui. Ambos históricos en sus pagos, con varias gestiones bajo su brazo.
Mientras que el discurso de Secco encarnó una defensa emocional sobre la vicepresidenta -enfatizando que la mayoría de los votos del Frente de Todos siguen siendo de Cristina-, el jefe comunal de Berazategui prefirió calmar las aguas y advertir lo que podía suceder si desde Casa Rosada y el despacho de la vice, continuaban saliendo misiles.
“Hasta un peronista equivocado es mejor que un gorila”, dijo y coronó una intervención serena y brillante con otra frase para la reflexión: “Los peronistas aceptamos los divorcios, pero nunca que abandonen a sus hijos”. Por supuesto, Mussi se refería a la gente de a pie, el vecino y vecina de cualquier pueblo, la clase trabajadora de nuestro país. Un pueblo que volverá a ser la principal víctima de un posible gobierno neoliberal, en caso de que la crisis interna del oficialismo conduzca a una derrota en 2023.
Minutos después, las palabras de Fernández de Kirchner eclipsaron los mensajes que habían dejado ambos intendentes, pero en especial lo que había planteado Mussi.
Ahora bien, más allá de una interpelación a evitar una ruptura definitiva y así quedar a merced de la oposición (que, aunque también con problemas internos, podría reunificarse), ¿Cuán posible es que el gobierno salga mejor parado luego de este momento de máxima tensión, entre cambios en el Gabinete y una Economía en rojo?
¿Cómo evitar quedarse en el deseo declamatorio de unidad y avanzar hacia verdaderos puentes que puedan soldar las filas del “albertismo”, el kirchnerismo y el sector que representa Sergio Massa?
La versión pesimista nos habla de que, dada la cercanía con las elecciones presidenciales del año que viene y por la voracidad de poder que representa el peronismo, esa unidad podría estar colgando de un hilo. A todo esto, en caso de que la nueva administración del ministerio de Hacienda a cargo de Silvina Batakis falle, los chispazos entre estos tres bloques (pero en especial entre la del presidente y la vice) continuarán en auge.
En ese esquema, es fundamental el rol que pueda ocupar Cristina Fernández, cuyas intervenciones terminaron de forzar la salida de los funcionarios claves del presidente Alberto Fernández (Matías Kulfas y Guzmán).
¿Sus críticas continuarán si el primer mandatario desoye lo que plantea el kirchnerismo sobre la economía?
La versión propositiva, en tanto, surgirá si –desde ahora mismo- todos los sectores que integran el Frente de Todos se sientan a pensar y debatir el rumbo del gobierno de acá al 2023. Porque está claro, no habrá más márgenes para críticas desmedidas y abiertas al público. Si se busca conservar la estabilidad política, el albertismo, el kirchnerismo, el massismo y todo lo que sea parte de la coalición de gobierno, deberán discutir puertas adentro. Algo así como “matarse a críticas en privado y salir abrazados hacia afuera”.
También será clave aquí que el presidente Fernández tome nota de una realidad cada vez más dura para los argentinos y las argentinas. Es urgente que se evite seguir destacando los buenos datos de la “macro-economía” y tomar medidas valientes para que existan alivios ante la inflación y la pobreza cotidiana. Porque, la realidad lo evidencia, no solo se gobierna con el “diálogo”, si no (y más precisamente en este contexto) con políticas que puedan tocar intereses de poderosos. Allí, el rol que ocupan los movimientos sociales y de la Economía Popular tienen que ser revalorizado, para dejar de seguir pasando por alto la enorme tarea de transformación que realizan en los territorios.
En esta línea, otro de los acuerdos internos que podrían permitir cierta gobernabilidad de acá al año que viene, es que el oficialismo ya sincere el deseo de presentar un candidato o candidata de cada sector durante las PASO. Esto, porque ya es inocultable que algo se rompió al interior del frente que gobierno, y es mejor no ocultarlo.
En este análisis sobre las posibilidades para que el Frente de Todos pueda evitar “abandonar a sus hijos”, parece un tanto nostálgica y hasta inocente la idea de recordar una de las máximas del peronismo, pero en definitiva lo sintetiza todo: más allá de las peleas internas, primero debe estar la Patria, segundo el movimiento y por último, los hombres y las mujeres. Eso, sin dudas, no solo es una lección para la clase dirigencial, sino para toda la militancia.
Un elemento que trasciende a quienes hoy conducen los destinos del país y que es capaz de poder torcer cualquier horizonte oscuro y trágico.