Esta será una nota corta, porque busca ser incisiva, precisa y sin muchos rodeos. Nos preguntamos ¿Qué es ser soberano? ¿Qué es la Soberanía? y no podemos responderla que de otra forma: ser nosotros y nosotras. Ser libres. Ser independientes.
Cuando hablamos de soberanía, no solo tenemos que tener en cuenta la posibilidad de ser dueños de nuestro propio territorio nacional, sino por supuesto de saber cómo defenderlo. Ahí nace otra pregunta: ¿Qué tipo de Fuerzas Armadas estamos construyendo desde el retorno de la democracia? luego de que las mismas hayan sido las protagonistas y verdugas de un genocidio.
Pero más allá de lo territorial y su defensa, la soberanía nos remite a tomar nuestras propias decisiones. El gobierno de Javier Milei es la representación más cabal de cómo nuestro país puede ser objeto de intervencionismo barato, fundamentalmente desde los Estados Unidos.
Desde que asumió Milei, su alineamiento irrestricto a la administración de Donald Trump, nos puso en un lugar vergonzante. Nuestro presidente adula a Trump como una groupie, ha viajado a Estados Unidos por lo menos 14 veces en menos de dos años de gobierno y lo peor de todo: nos condenó a más deuda con el Fondo Monetario Internacional y ahora con el mismísimo Tesoro yanqui.
El himno norteamericano sonó en nuestra amada Tierra del Fuego, cuando la ex Secretaria del Comando Sur, Laura Richardson, visitó el país. La misma que tiempo antes había dejado una frase espeluznante que pinta de cuerpo entero el espíritu imperialista de su país: “¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras poco comunes, tienes el triángulo del litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60% del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile”, había expresado sin sonrojarse.

Entonces, podríamos hablar horas enteras sobre qué significa ser soberano, qué significa realmente que un país abrace su soberanía. Pero creo que a esta altura el que no lo entiende o le da demasiadas vueltas, es porque es cómplice o parte de la entrega.
Una deuda histórica que lamentablemente no empezó con el gobierno de Milei y que también es un punto fundamental que los gobiernos populares tienen que revisar, para poder volver mejores y transformadores. Esta vez de verdad.
¿Qué es soberano, entonces?
Primero es amar a tu país, no considerarlo un “país de mierda”, despreciando su cultura, sus orígenes y su historia. Después, claro, por más que nos llenen la cabeza con frases hechas, la soberanía pasa por tomar nuestras propias decisiones sobre el territorio, la producción y la economía. Nada de lo que hoy encarna el gobierno de Javier Milei.
Soberanía es recuperar nuestras Islas Malvinas, recuperar soberanía de territorios ocupados en el territorio continental (como el lago que se robó el magnante Luis Lewis en Río Negro), soberanía es poner sobre la mesa las urgencias más importantes y decidir: seguir pagando deuda ilegítima o disponer de esos recursos para generar trabajo, terminar con el hambre y desarrollar nuestra industria.















