Un elenco de actores muy reconocidos de la Argentina se ponen en la piel de los integrantes de una poderosa iglesia evangélica, cuyos vínculos con el poder político y la justicia ponen en duda la autenticidad de la fe que dicen profesar.
La ficción El Reino, protagonizada por Diego Peretti, Mercedes Morán, Peter Lanzani, Chino Darín y Vera Spinetta, despertó el enojo de algunas iglesias evangélicas. Los más indignados reclamaron a través de una nota oficial, presentada por la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de Argentina (ACIERA), que la serie no retrata la realidad y genera una mala imagen de los evangelismos.
Si bien esta organización está lejos de representar a todo el espectro evangélico en el país, Gabriela Guerreros, pastora de la Comunidad Pentecostal Dimensión de Fe, explica en diálogo con ARGMedios que no es la primera vez que el espacio habla en representación de todo el espectro evangélico: “ACIERA no es la única organización. Es una. En Argentina hay tres organizaciones y hay un montón de comunidades que no pertenecen a ninguna de esas tres”.
La iglesia a la que pertenece Gabriela nace como una comunidad evangélica que engloba a varios grupos. En la celebración —como llaman al encuentro religioso— participan principalmente mujeres de barrios populares, donde además de una contención espiritual se busca dar respuesta a las realidades que viven. “Antes era: por un lado la vida espiritual, por otro lo que se hacía afuera, y por otro lo que sucede en la vida privada”.
Ante esta situación, que se plantea diferente a lo que dictan las tradiciones de algunos cultos, la comunidad religiosa comenzó a articularse para dar respuestas: “Siempre en los barrios populares trabajamos en apoyo escolar. Cuando llegó el feminismo a nosotras nos termina de acomodar cual es el tipo de comunidad que queremos”.
Feminismo y religiosidad no se siempre se llevan bien, o al menos es lo que representantes de algunas iglesias más conservadoras siempre intentan mostrar. La Comunidad Dimensión de Fe es la excepción a esta regla: Gabriela incluso supo exponer a favor del aborto legal seguro y gratuito ante las comisiones de Diputados de la Nación en 2018, así como militó a favor del matrimonio igualitario en 2010.
Desde su trabajo pastoral y religioso —que podría llamarse militancia— los y las integrantes de la comunidad empezaron a transformar el concepto de lo que era, hasta entonces, la iglesia evangélica. Con el trabajo en los barrios, comenzaron a participar del culto personas en situación de calle, personas de la comunidad travesti-trans y otras identidades que no solían participar de la iglesia a la que, según explica Gabriela, sólo concurría la clase media. “Todas compartían absolutamente todo”, apunta, al tiempo que explica que por este abordaje las autoridades de su iglesia quisieron expulsarla. “Decían que no predicaba el evangelio y que yo hacía política. Y claro que lo hacía, pero desde mi mirada teológica”.
En ese sentido, Gabriela explica que “hay luchas comunes en las que entendemos que tenemos que estar y estamos, por eso muchos compañeros militan en organizaciones políticas. A veces somos nosotros quienes impulsamos espacios de debate junto con muchas personas que tal vez no vienen a la iglesia”. Y agrega: “Esto para nosotros es fundamental porque de alguna manera estamos reconstruyendo el tejido social y con este gran mandamiento que es amar al prójimo, que es dejar de vivir en una sociedad que es para pocos”.
Otra forma de ser iglesia
Diferenciarse de la imagen las iglesias evangélicas más grandes y tradicionales es uno de los objetivos que remarca Guerreros: “Si bien en nuestras comunidades hay un cuerpo pastoral, nosotros planteamos diseñar un plan de trabajo entre todes, y fuimos rompiendo los esquemas verticalistas. Empezamos a ver que en la mayoría de las iglesias evangélicas el 90% son mujeres, por lo que empezamos a preguntarnos quienes son esas mujeres, cuales son sus roles, cuales son sus sueños, para empezar a construir de otra manera”.
Según explica, este proceso requirió hacer una crítica hacia el interior de la institución y derivó en la definición del grupo como una comunidad feminista. “Nosotras tomamos un texto bíblico y lo reinterpretamos. Nos identificamos como parte del pueblo porque nos pasa lo que le pasa al pueblo, vivimos como vive el pueblo”.
El debate del aborto legal, seguro y gratuito atravesó a toda la sociedad argentina (y a Latinomérica), particularmente desde el 2018 hasta que se aprobó a fines del 2020. Y esta situación también tuvo como protagonistas a las integrantes de la Comunidad Dimensión de Fe: “A nosotras nos atravesó como comunidad porque fueron nuestras hermanas a las que tuvimos que asistir de manera clandestina. Hacemos las cosas en comunidad, cada uno como puede, pero tratando de actuar de manera integral”.
La pastora explica que “en cada barriada popular hay una iglesia, porque la iglesia da una respuesta a la comunidad”. La dimensión política que contiene la religión no es un detalle que se le escape y admite que existen “muchos conservadurismos”. “Por eso decimos que detrás de un proyecto político hay un proyecto religioso en la región. El caso más evidente es el de Bolsonaro”, analiza. Y agrega: “Estos conservadurismos no nacen de un día para el otro, sino que hay momentos históricos donde eso emerge, sobre todo cuando hay un proyecto político que defiende sus intereses jerárquicos”.
“Detrás de un proyecto político hay un proyecto religioso en la región. El caso más evidente es el de Bolsonaro”
Una idea constante en el cristianismo en general es el afán por alcanzar el reino de Dios como destino tras la muerte y para lo cual hay que respetar ciertos mandamientos en vida. “Para nosotros eso es ahora, porque nosotros queremos la mejor calidad de vida para el pueblo ahora”, explica Gabriela. “Cuando decimos unidad, en esa unidad también entra el campo popular religioso. Somos un pueblo profundamente creyente”.
El Reino y la controversia evangélica
Tras el estreno de la serie de Netflix el 13 de agosto, algunas instituciones evangélicas salieron al cruce por ciertas representaciones que sintieron difamatorias. La Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA) acusó a la directora de la serie, Claudia Piñeiro, de tener “un encono” contra la “cultura evangélica”, derivada de su “militancia feminista durante el debate de la ley del aborto”. En un pasaje de la nota, Piñeiro fue tildada de “fascista” por este abordaje, a pesar de que la ficción fue co-producida y ninguna mención se hace del otro director, Marcelo Piñeiro.
Gabriela recuerda que ACIERA nace en plena dictadura militar al separarse de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) y resalta: “Estas organizaciones hace tiempo que se vienen abogando que son la voz de la comunidad evangélica”.
La pastora no deja pasar el detalle de que el comunicado haya sido direccionado contra una mujer: “La rabia contra Claudia Piñeiro viene de su lucha histórica en el feminismo, en su vocación como escritora. Era para desgastarla a ella”, reflexiona.
“La rabia contra Claudia Piñeiro viene de su lucha histórica en el feminismo, en su vocación como escritora. Era para desgastarla a ella”
No obstante, Guerreros sabe que esta representación es acotada y también tiene sus cuestionamientos: “A mi no me parece que estén representadas las iglesias evangélicas en Argentina. La comunidad que se muestra es muy pasiva cuando en realidad las iglesias son muy activas. También las iglesias evangélicas más conservadoras no usan cruz, hay como una mezcla evangélico-católica. Parecía que había poca investigación del mundo evangélico, sobre todo porque somos una diversidad de corrientes. Así y todo, la serie puede tener elementos que nos generen reflexión, pero no deja de ser ficción”, apuntó.
A su vez, la pastora apreció que se haya abordado el abuso sexual infantil como tema: “Es muy literal como esos casos se tapan para cuidar la figura del pastor, porque se cae la comunidad. Es un elemento importante porque puede traer mucha reflexión y no sólo del abuso sexual infantil, sino de los abusos de poder”.
Respecto a la representación de los vínculos entre la política y la religión, Gabriela resalta: “La iglesia hace política, cada comunidad hace política, el tema es qué política, de dónde es su concepción política: si es desde su teología, desde su dogma, desde algún partido político. Eso hay que definirlo y eso lo define cada comunidad, por eso yo digo que hago política, sólo que no partidaria”, remarca. “Es lo que me da la libertad para celebrar cuando se impulsan luchas populares y lo que no me limita para pedir ley de humedales”.
Gabriela Guerreros alerta sobre la decisión de ACIERA de bajar la nota de repudio y la califica como acertada, al tiempo que apunta: “También está bueno pensar que esta nota se presentó ahora, en plena campaña electoral y pensando en que en varios lugares de nuestra Argentina hay candidatos antiderechos. Me pareció sabio que lo bajen, pero la realidad es que hay mucha diversidad de comunidades y hay que separar la jerarquía de la iglesia evangélica de las comunidades en los barrios”.
Las bases ideológicas (y financieras) de las iglesias
El comunicado de ACIERA puso en relieve el debate sobre la connotación reaccionaria que suelen tener algunas iglesias evangélicas en el continente y en el país. “Cada comunidad tiene su doctrina y eso está basado en su creencia”, reflexiona Gabriela. “Debemos leerlas en sus contextos históricos y cuando decimos que algunas son más conservadoras, o son el espíritu del capitalismo en las comunidades religiosas, tiene que ver con esos dogmas y mecanismos donde la supremacía termina siendo un Dios varón y fuerte; donde siempre está separado el pueblo de Dios del mundo, cuando en realidad nosotros vivimos en el mundo”.
Para Gabriela también hay lecturas que se hacen que son muy literales, ya que “cada relato bíblico tiene un contexto histórico” y tiene que estar “habituado a una época”. “Si eso no se toma y el texto se vuelve un literalismo, entonces se vuelve un pretexto para adoctrinar”, considera.
En ese sentido, la pastora explica que en los últimos años ha ganado fuerza otro tipo de iglesia evangélica: “Estas iglesias vienen a plantear que la relación con Dios es personal y está basada en el contralor. Son doctrinas que siguen imponiendo el patriarcado para seguir sometiendo y son literalismos que han traído mucha muerte”.
Guerreros señala que “hay muchas iglesias que vienen en línea con organizaciones de EEUU. Otras se manejan con ingreso de los fieles, otras se manejan con el diezmo. Algunas son muy inteligentes en armar ONGs, las más conservadoras o que son de corriente neopentecontal tienen financiamiento externo”.
“El neopentecostalismo plantea la espiritualidad de manera individual y tiene una idea de que el evangelio es mercantilista”
Y explica además que “el neopentecostalismo plantea la espiritualidad de manera individual y tiene una idea de que el evangelio es mercantilista. Está vinculado al neoliberalismo, a dejar de ser nosotros y ser comunidad a ser una cuestión individual también vinculada a la meritocracia la que define la salvación individual”.
Con la reacción de un sector que dice representar al arco evangélico en el país tras el estreno de El Reino, resulta necesario comenzar a diferenciar e identificar a quienes no adhieren a esos discursos: “Para nosotros ser iglesia es hermanarnos con otros y poder transformar la realidad de quienes no tuvieron los mismos derechos y luchas por un mundo donde quepamos todos”, cocluye la referente de la Comunidad Dimensión de Fe.
Por Ana Dagorret y Juan Manuel Vera