- La deuda y el objetivo de los EEUU en América Latina
El desembolso de USD 55.000 millones en la era macrista representa el mayor préstamo a un Estado Nación en 77 años y mayor a la fecha actual respecto a otros 5 países que nos siguen en el ranking). Nada nuevo, en sintonía con la historia del FMI, el fondo continúa siendo un instrumento de dominación imperialista destinado a someter la soberanía e independencia económica de los países del “tercer Mundo” y América Latina en particular.
Macri fue un aliado estratégico para apoyar el golpe de Estado en Bolivia, perseguir a Cristina Fernández, a Lula Da Silva y aislar a Venezuela en la vergonzosa designación de Guaidó. Estados Unidos forzó al FMI a violar sus propios estatutos para controlar el rumbo de la Argentina en función del conflicto geopolítico con China. Nuestro país, en este sentido, es importante en la región porque tiene la potencialidad para profundizar los acuerdos comerciales, financieros y tecnológicos con el gigante asiático. Por todo esto, el problema de la deuda no es un problema técnico administrativo, sino profundamente político.
- La “deuda” con el FMI es una estafa fraudulenta e ilegal
Es una estafa porque es un crédito incobrable que el FMI le dio al Estado Nacional, durante el gobierno de Mauricio Macri, en contra de los propios estatutos del organismo, y en forma ilegal.
Los sectores de la derecha intentan hacernos creer que el préstamo fue la consecuencia de los desbalances financieros heredados del último gobierno de Cristina Fernández, cuando, en palabras del propio el exministro de Economía Nicolás Dujovne, recibieron un país desendeudado y casi sin compromisos externos.
El fraude se concreta cuando el Estado que recibe el crédito lo concede a la fuga de capitales, en lugar de invertirlo en la reconversión sostenible de su infraestructura económica o al menos la construcción de hospitales, escuelas o inversiones sociales de carácter estructural. De “estabilizar la macroeconomía” y ordenar las cuentas, ni noticias.
Además, hay que recordar que el préstamo violó el propio estatuto del FMI, donde en su artículo VI expresa que un país miembro “no puede utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una importante o sostenida salida de capitales” y que “puede solicitar a un miembro que ejerza controles para evitar dicho uso de los recursos generales”. También expresa, en el mismo artículo, que: “Si, después de recibir tal solicitud, un miembro no ejerciera los controles apropiados, el Fondo puede declarar al miembro inelegible para usar los recursos generales”.
Pese a la evidencia de fuga, el FMI siguió prestando dinero a la Argentina, mientras los dólares que entraban al país se iban en manos de acreedores privados de la deuda, de empresas que giraban dividendos al exterior o en inversores de corto plazo que entraban y salían del país especulando con el tipo de cambio, desangrando las reservas en dólares.
De hecho, el Banco Central elaboró un informe que aprobó en 2020 la Comisión Bicameral de seguimiento de la deuda (actualmente frenada en su funcionamiento), donde detalla cómo los dólares prestados se dilapidaron en fuga de capital con nombre y apellido de individuos y empresas. Ese listado está disponible y expone a los verdaderos beneficiarios de la toma de deuda pública.
Por todo esto, existen argumentos y pruebas más que suficientes para poner en cuestionamiento la legitimidad y legalidad de esta deuda y concurrir a la Corte Internacional de la Haya, a la ONU y a la Corte Internacional de Derechos Humanos, para denunciar la estafa y la violación a los propios estatutos del FMI.
- El FMI es ajuste y dependencia
Una de las tesis más escuchadas frente a la resolución de este conflicto plantea que debemos acordar con el FMI en forma urgente y presentar un plan económico plurianual de “crecimiento” de Argentina. Es la tesis del ministro de Economía, Martín Guzmán y del presidente Alberto Fernández. Lamentamos decir que es una fantasía y una vana expresión de deseo; en primer lugar, porque la deuda es impagable ahora, en 2022 y también dentro de 3 o 4 años.
Cualquier acuerdo que patee los vencimientos para adelante, por más “menos malo” que aparente ser, sumará a los compromisos de pago de la deuda con los acreedores privados en 2024 y 2025 (vencimientos estimados de entre 12 y 16 mil millones de dólares anuales) siendo completamente inviable pagarlos.
Este “delgado equilibrio” de la economía argentina va a estar estrictamente supervisado y controlado por las ¨misiones¨ que enviará el FMI donde incluso se avizora ponerle un techo al crecimiento económico tras el rebote en 2021.
¿Qué nos espera? Como sucedió en Grecia, al no poder afrontar el pago de la deuda, nos iremos de renegociación en renegociación con exigencias cada vez más duras como ocurrió en los 22 acuerdos previos de Argentina con el FMI. Allí, todos fracasaron, absolutamente todos, como herramienta de estabilización macroeconómica.
- Suspender el pago de la deuda es una oportunidad soberana
Actualmente está en marcha una campaña de miedo y terror encabezada por la derecha, y acompañada por un sector importante de voceros del Gobierno Nacional que sostiene que si hay default nos espera el infierno. El objetivo es convencernos de que no hay alternativa más que acordar y pagar. Pero nadie dice que el camino de reconocer y pagar la deuda nos lleva a una situación más que complicada, que además no deja ver cuánto peor puede ser.
Se dice que no hay antecedentes de no pago cuando en 2001 hubo cesación de pagos, proclamada desde el Congreso Nacional que permitió que los años siguientes se alivie el peso de la deuda liberando la economía argentina. De hecho, treinta naciones incumplieron sus pagos al FMI en los últimos 50 años (y ninguno fue declarado en default por el FMI ni expulsado del organismo).
- Acordar con el FMI, perjudica electoralmente al Frente de Todos
Cuando el proceso no avanza, retrocede. La derrota electoral de 2021 nos mostró las consecuencias de una sociedad cansada tras cuatro años de macrismo y dos años de pandemia, en la cual no fue menor el rol de la economía como factor desencadenante que culminó en un voto castigo contra el gobierno actual.
No es posible vivir con una inflación de más de un 50%, una pobreza mayor al 40%, crecimiento económico sin redistribución y toda una gama de demandas históricamente insatisfechas como son los problemas de vivienda y hábitat, trabajo, educación y salud.
El 2021 sirvió para mostrar cómo tras el retiro del IFE, la liberación de tarifas, el descontrol de precios en los alimentos y el deterioro del salario real, se pierden elecciones. No basta con mostrar que este gobierno no es tan malo como el de Macri, sino que el pueblo necesita una perspectiva de futuro.
El actual gobierno nacional no logra, ni siquiera, comunicar eficientemente como la oposición que desgasta es quien construyó el drama en que estamos inmersos. Este escenario no mejora con una oposición recargada que usará todas las armas para debilitar y golpear a un gobierno ya débil.
- Se libera de responsabilidades a quienes estafaron al pueblo
Por último, no es menor el argumento político sostenido por parte de la oposición que en algún momento reclamó “unanimidad en el voto del Frente de Todos ante un posible acuerdo”. Detrás de la unanimidad de un acuerdo del sistema político termina de consumarse la estafa perfecta, ningún actor del sistema cuestiona la deuda, el fraude, ni la fuerza política que lo consumó. Ya lo decía Arturo Jauretche: “Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende”.
Nuestras fuerzas políticas, al menos aquellas que integramos el Frente de Todos desde sus corrientes populares, no podemos tolerar el fraude.
No podemos ser parte de un acuerdo que consiente el enriquecimiento ilícito de un sector social que fuga por medio de una estafa que luego debe pagar el conjunto del pueblo argentino.
La entrega al FMI no debería ser negociada porque no hay futuro digno, de corto o largo plazo, bajo las ataduras de un acuerdo vil diseñado para la dependencia. El pueblo de Chubut nos mostró́ como, a veinte años del 2001, está vivo el espíritu de los que se niegan a vivir de rodillas. En Chile tras más de treinta años de status quo pinochetista y conservador, el pueblo ganó contra toda esperanza liberal.
Nuestramérica aún no está vencida ni rendida, un hilo rebelde se reaviva y una nueva oleada de gobiernos emanados de los pueblos que luchan está latente, una ola que resiste a la restauración neoliberal y a la reacción fascista emergente.
Los movimientos populares debemos estar a la altura de las circunstancias y ser la retaguardia de todos aquellos que resisten al saqueo, la entrega y el ultraje.
*Los autores son militantes del Movimiento Popular Nuestramérica – Frente Patria Grande