El gobierno de Alberto Fernández comenzó el 2022 con un pie en cada objetivo: uno apunta claramente a lograr acordar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y así comenzar un plan de pagos adecuado a la realidad de la economía argentina. El otro, centrado en bajar la inflación (que ya en enero se pronostica que el año podría cerrar en 50%) y sanar el grave problema de la pobreza, cada vez más extensiva en todo el país.
Pero una cosa pareciera estar separada de la otra. Si bien el propio ministro de Economía de la Nación, Martín Guzmán, y parte del Gabinete del presidente, insisten en considerar que buscan primero “crecer” para después “pagar”, las matemáticas son solo una y explican que un crecimiento de la macroeconomía nacional no significaría –necesariamente- una mejora en la calidad de la gente.
De hecho, Argentina fue uno de los países que más se recuperó económicamente de la pandemia, pero sus índices sociales siguen en rojo. Aun así, en las últimas semanas, Guzmán y el Canciller Santiago Cafiero, tuvieron reuniones importantes en torno a un acuerdo definitivo con el Fondo.
En síntesis, Guzmán volvió a exponer con énfasis los argumentos que el gobierno de Fernández quiere que el FMI escuche: “Sin crecimiento, no podemos pagar”. Por su parte, Cafiero ocupó un rol más político y movió algunas fichas para que el país esté más alineado a los Estados Unidos en materia de política internacional: un gesto que busca la ayuda de Washington para destrabar la negociación.
“La Argentina necesita más tiempo para pagar y quiere llegar a un acuerdo, que es necesario para ambas partes”, dijo ayer Guzmán, en diálogo con el diario francés Le Figaró.
“La diferencia que tenemos con el FMI es la velocidad de consolidación fiscal y las combinaciones entre gastos e ingresos. No queremos penalizar la demanda cuando la economía se está recuperando”, agregó el ministro de Economía.
Es que, como recuerda Guzmán y todo el gobierno nacional, “estos 45.000 millones de dólares que se tomaron en 2018 se destinaron principalmente al pago de deuda con acreedores privados y, en más de la mitad, a la salida de capitales”.
Este es uno de los puntos nodales que generan controversia aún al interior de la coalición de gobierno, ya que por estas razones, algunos sectores políticos creen que se debería cancelar todo pago de deuda y hacer una investigación urgente de la misma.
Pero, aunque Guzmán no sea el vocero de esas propuestas, admite que “hoy el principal freno de la economía argentina proviene de la restricción de la balanza de pagos”. “La mayor tensión viene de la deuda con el FMI, por el acuerdo de 2018 y los fuertes vencimientos de 19 mil millones de dólares este año y 20 mil millones de dólares en 2023”, sumó.
La respuesta es Irán
Por su parte, el canciller argentino Santiago Cafiero tuvo un encuentro en Estados Unidos con el Secretario de Estado del gobierno de Joe Biden. Se trata de Antony Blinken, con quien Cafiero pudo conversar sobre la situación de la deuda y también sobre un evento particular que volvió a condicionar la política internacional de Argentina.
A grandes rasgos, Cafiero le pidió a Blinken que pueda interceder con “un mensaje de la autoridad política al Tesoro para contar con el apoyo de Estados Unidos en el acuerdo con el Fondo”. Mientras con ese punto no hubo una respuesta rápida de parte del gobierno norteamericano, sí existió una medida concreta por parte de Casa Rosada ante un pedido del propio Blinken.
El funcionario estadounidense expresó una “seria preocupación” por el viaje del vicepresidente iraní a Nicaragua, Mohsen Rezai y tan solo 24 horas después, consiguió una repercusión desde Buenos Aires.
Así, Argentina impulsó en la OEA una declaración conjunta con Estados Unidos para reactivar las alertas rojas contra los iraníes acusados por el atentado a la AMIA, lo que apuntó no solamente al propio Irán, sino a Nicaragua, el país que acogió al funcionario persa.
Lo cierto es que, en el marco de las negociaciones, el país ya se adiestró y tomó partido en un interés geopolítico de los Estados Unidos. Ahora, la pregunta cabe en sí el país del norte concederá una ayuda formal al gobierno de Alberto Fernández, en el afán por poder reducir el monto de la deuda y sobre todo, estirar los asfixiantes tiempos para el pago de los primeros vencimientos.