Patricia Bullrich viene esperando este momento desde hace años. Posiblemente desde que ocupó su primer cargo legislativo allá por los 90, antes de ser funcionaria del gobierno de la Alianza de Fernando De la Rua, en el cual supo estar al mando de tres ministerios. Hoy es una realidad certera: tiene chances serias de ser la próxima presidenta de Argentina.
De su experiencia en la Alianza, el más recordado es su paso por la cartera de Seguridad Social donde firmó el decretó que redujo un 13% los haberes jubilatorios que provocaron masivas protestas, las cuales derivaron en su renuncia en octubre de 2001. Muchos de los protagonistas de ese gobierno se reciclaron años más tarde en la gestión de Cambiemos, como fue su caso y el de Ricardo López Murphy.
Vale aclarar, que ambos tienen hoy tienen una alianza que genera un deja vu en quienes recuerdan esos años.
Por más inverosímil que suene, antes de eso militó en la Juventud Peronista en los años 70. Según los testimonios, estuvo en la Masacre de Ezeiza el día que regresó Perón a la Argentina y también el día que el general los echó de la Plaza.
Durante paso por la cartera de Seguridad Social, firmó un decretó que redujo un 13% los haberes jubilatorios
Pertenecía al grupo capitaneado por Rodolfo Galimberti, comandante de la Columna Norte de Montoneros y pareja en ese entonces de su hermana Julieta, que también militaba en la JP. Los montoneros militaban por la Patria Socialista que, decían, Perón encabezaría. Quizás Javier Milei no se haya enterado aún y por eso coquetea con una alianza con el sector que ella representa en la actualidad.
Lo cierto es que la precandidata a presidenta tiene más de casta de lo que aparenta. Su apellido completo es Bullrich Luro Pueyrredon, (apellido patricio si los hay) y es prima de dos personalidades de la música: César “Banana” Pueyrredón y Fabiana Cantilo, a quien Bullrich llevó por primera vez a un recital de Pescado Rabioso. La propia Fabiana admitiría que su prima es “la culpable” de su amor por la música.
La Bolsonaro de Argentina
Desde que fue ministra de Seguridad de Mauricio Macri, Bullrich se apoyó en posturas conservadoras extremas. Sabía que tenía una porción del electorado que empatizaba con su personaje de gendarme todoterreno, que pedía mano dura y represión como solución a los conflictos sociales.
No le tembló el pulso cuando tuvo que ordenar reprimir en el sur a los mapuches que reclamaban por sus tierras. Y cuando eso derivó en la desaparición forzada de Santiago Maldonado y el fusilamiento de Rafael Nahuel, nunca dudó en cuidar a sus gendarmes: hasta el día de hoy sostiene que Maldonado “se ahogó” y que todo fue un invento del kirchnerismo para desestabilizar, pese a las pruebas que la desmienten.
Luego de la histórica jornada de diciembre de 2017, en la cual se aprobó la reforma previsional, sostuvo (y sostiene hasta el día de hoy) que el kirchnerismo tiró “14 toneladas de piedra” y se fotografió abrazando a gendarmes heridos durante la represión.
Con una región que se movía al ritmo de Jair Mesias Bolsonaro y Donald Trump, “la piba” interpretó que Argentina necesitaba un referente de ultraderecha intransigente. Alguien que capitalizara los descontentos sociales y los encauzara en soluciones rápidas y violentas. Hoy no es la única anotada para esa vacante, pero quizás haya sido la primera en emprender ese camino. Y por eso, se aduce el derecho de ser la que tome el bastón de ultraderecha en Argentina.
Internas con Larreta y el coqueteo con Milei
Bullrich cree, en contraposición con Larreta, que la mayoría de la población hoy no quiere buscar consensos y acuerdos. Interpreta que el pueblo sería capaz de votar a alguien que brinde seguridad, soluciones rápidas y eficaces para la economía. Sabe que los conceptos económicos no son su fuerte (en una entrevista puntualmente confundió desflación con recesión e inflación) pero sí lo es su perfil de mujer dura, como lo ha intentado demostrar contra “las mafias sindicales” y “la delincuencia”.
Sus movimientos durante este período consistieron en presentarse ante el círculo rojo como la mejor representante de sus intereses y la que menos dispuesta está a negociarlos. De ahí que busque polarizar con Rodríguez Larreta todo lo posible. Y esta postura la acerca cada vez más a Javier Milei.
Bullrich cree que la mayoría de la población hoy no quiere buscar consensos y acuerdos.
La mayoría de las encuestas arrojan que en un escenario de ballotage contra un candidato del Frente de Todos, -con Bullrich candidata- los votos que pudiera concentrar Milei, migrarían al Pro. Pero con Larreta candidato el escenario cambia y los votos de Bullrich son más permeables al libertario directamente en una primera vuelta.
Por ahora, la exministra rechazó la posibilidad de un frente común con Macri y Milei. Pero la campaña electoral recién empezó y todo eso dependerá de los escenarios que se puedan ir abriendo de acá a octubre (o noviembre).