Javier Milei no avasalló en el primer debate presidencial. Más bien se lo vio un poco más moderado en relación a viejos spot y a sus latiguillos cuando sube al escenario. En esa cierta mesura, también dejó de lado su principal propuesta de campaña: la dolarización.
Si bien mencionó la necesidad de utilizar el dólar y de “terminar con el peso” argentino, no hizo demasiada hincapié. Tampoco respondió cuando sus adversarios políticos lo arrinconaron con ese tema.
Sin embargo, en uno de los momentos más destacados del debate, el candidato libertario tomó a Alemania como un ejemplo de país y dijo que -si lo dejan- en caso de llegar a la Casa Rosada, podría encaminar a nuestro país en esa senda. Eso sí, aclaró que le llevaría más de 15 años (¿Reelección indefinida?).
Lo cierto es que en ese pequeño pasaje se omitió algo curioso: Milei desconoce que en ese país que admira la Justicia penaliza con multas o hasta con cinco años de cárcel a quienes niegan el holocausto, es decir, el genocidio que desató Hitler y el nazismo contra los judíos y otras poblaciones.
Y precisamente, el candidato a presidente fue el más tajante en el debate de este domingo cuando se tocó el tópico “derechos humanos y construcción democrática”.
Allí Milei negó que sean 30 mil los y las desaparecidas de la última dictadura cívico militar en la Argentina. Al tiempo que planteó que -en realidad- fue una “guerra” lo que ocurrió entre las fuerzas del Estado y guerrillas.
El candidato desempolvó la “teoría de los dos demonios”, la cual compara el poder de fuego de todo el aparato estatal con el de organizaciones guerrilleras, que además hay que aclarar, para el golpe de 1976 ya casi no tenían actividad alguna.
Sin ahondar, por supuesto, en que las víctimas del genocidio no fueron solo guerrilleros o militantes políticos, si no también trabajadores, abogados, intelectuales, judíos, homosexuales, estudiantes secundarios, mujeres embarazadas. Bebés.
Si Milei quiere aspirar a construir un país como Alemania, la próxima deberá repensar por qué en esos países también se construyen bases democráticas sólidas. Y qué lugar le tocaría ocupar en países donde se penaliza el negacionismo. Sin dudas, a él: la cárcel.