Hace ocho años, tres mil integrantes de diversas fuerzas federales de seguridad desembarcaban en la ciudad de Rosario para realizar el mayor operativo contra el narcotráfico en la Argentina. Sergio Berni, por entonces Secretario de Seguridad de Nación, lideraba el plan de acciones que incluía un centenar de allanamientos.
Era la versión argentina de la “guerra contra el narcotráfico” que ya había demostrado grandes falencias en países como Colombia y México. Detenciones masivas, irregularidades jurídicas, estigmatización de la pobreza, arbitrariedad de las fuerzas de seguridad, aumento de la violencia en los jóvenes, todas consecuencias de una lógica de combate al narcotráfico que se centra más en la espectacularidad que en soluciones concretas. Sólo un reacomodamiento de narcotraficantes.
Los allanamientos realizados en Rosario apuntaron exclusivamente a los barrios pobres de la ciudad y, específicamente, a los “bunkers” donde se vende la droga. Helicópteros empezaron a sobrevolar la zona, acompañados luego por la entrada de uniformados en los barrios. Pero como bien se sabe, la “guerra contra el narcotráfico” es una copa invertida: se descubre por abajo, pero se encubre por arriba. El poder político local, sectores del empresariado, la policía provincial, poco y nada se han tocado.
El operativo no solo fue totalmente ineficaz (ocho años son suficientes para balancear) sino que respondía al ordenamiento de fuerzas de seguridad dispuesto por EEUU para América Latina. De hecho, el mismo contó con el apoyo logístico del FBI, y el informe sobre sus resultados fue presentado por el propio ministro ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
Berni lleva la lógica del sheriff. Una suma de poderes policiales, políticos y de justicia impartidos unipersonalmente. Pero este sheriff trae detrás de sí una serie de acciones e irregularidades que lo transforman en el clásico ejemplar del sucio alguacil de far west, quien actúa siempre en función de su propia fama y no del bien común, ganando sus medallas en innumerables grescas contra indios y bandoleros que nunca garantizaran la paz.
La chapa bien lustrada
1994. Los Yacimientos Carboníferos Fiscales ubicados en Río Turbio pasan mediante decreto presidencial a manos del Grupo Taselli. Dicho grupo no logró cumplir con el mínimo de producción ni con las inversiones estipuladas. Durante su gestión se redujo el personal y se traspasaron de manera irregular maquinarias a otras empresas suyas. En el marco de las huelgas de los mineros, Sergio Berni se ofreció como voluntario para supervisar la salud de los obreros internándose en los socavones. Así, se convirtió en un agente encubierto entre los huelguistas, obteniendo información sobre futuras acciones y filiaciones políticas que luego eran remitidas al poder central de la Provincia. Cuando los mineros sospecharon de las actitudes del agente, lo expulsaron de la mina. Comenzaba a ganar sus medallas como colaborador del orden.
2003. Además de militar, cirujano, karateka, paracaidista y montañista, Sergio Berni se desempeñó como funcionario de la cartera de Desarrollo Social. Director Nacional de Asistencia Crítica, Subsecretario de Abordaje Territorial y luego Viceministro y Secretario de Gestión, su tarea se centró en la desarticulación y el fraccionamiento de las organizaciones sociales, intercalando cooptación y aislamiento.
2010. Aún en Desarrollo Social se ofreció como interlocutor entre el gobierno nacional y las familias que ocupaban el predio de Parque Indoamericano. Paralelamente a esto, dirigió el operativo coordinado entre Gendarmería Nacional, Policía Federal y Policía Metropolitana (donde entabla buena relación con el actual intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro). El resultado es una brutal represión y tres muertos: Rossemary Chura Puña, Bernardo Salgueiro y Emiliano Canaviri Álvarez. Comienza a gestarse el uso sistemático de Gendarmería Nacional como fuerza para la represión de la conflictividad interna, utilizada también en los operativos Centinela, Escudo Norte y Cinturón Sur.
2014. Año marcado por la caída del poder adquisitivo del salario. Sergio Berni, ya como Secretario de Seguridad de Nación, comienza a ganarse su lugar en los medios de comunicación mientras lideraba mega operativos para evitar el corte de accesos a la capital por parte de trabajadores. La fuerza en acción: nuevamente la Gendarmería. Lear, Kraft -Terrabussi, Gestamp, EMFER, diversas empresas con grandes conflictos gremiales que durante ese año protagonizaron protestas en los accesos General Paz y Panamericana. Sergio Berni se hizo presente en muchos de ellos montado en un helicóptero o digitando órdenes desde Campo de Mayo. También en helicóptero, llegó para comandar el desalojo con topadoras de los vecinos del barrio Papa Francisco, en Lugano.
2016. Sergio Berni, con los deberes al día, es designado vocal por las Américas del Comité Ejecutivo de Interpol. “Sólo podremos triunfar sobre el crimen organizado si reforzamos el compromiso de la gestión, extendiendo nuestra solidaridad a todos los policías del mundo”, declaró en su discurso de asunción.
2020. El actual Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, que se había jactado frente las cámaras de no tener “ni un solo caso de gatillo fácil en su gestión”, sufre dos importantes reveses. Por un lado un paro policial que llega a rodear la casa del gobernador y la quinta de Olivos, un contundente golpe para un funcionario que aseguraba la lealtad de las fuerzas. Por otro lado, la desaparición (y posterior encuentro de los restos) de Facundo Astudillo Castro. Un hecho que volvió a poner en el ojo de la tormenta la violencia policial, su accionar arbitrario y su uso sistemático de apremios (torturas).
2021. Un desmedido operativo ingresó por la fuerza a una fábrica textil recuperada. Aunque el conflicto iba camino a una resolución, la Policía Bonaerense -bajo la orden de Berni – ingresó al predio deteniendo a 124 trabajadores y militantes. Un número nunca antes visto ante una protesta social en democracia.
Esta foto del 13 de abril en el aniversario de la Unión Cívica no deja margen a dudas, la sonrisa del ministro de Seguridad tampoco@SergioBerniArg milita en Cambiemos y trabaja de funcionario para el Frente de Todxs
¿Qué esperamos para terminar esta farsa? Tiene que renunciar ya pic.twitter.com/pYckpj0ybM— Lucía Klug (@LuciaKlug) April 15, 2022
No tan distintos
Hace algunos días se conoció mediante las redes de la diputada provincial por el Frente Patria Grande, Lucia Klug, una foto del ministro bonaerense con miembros de la plana mayor de Juntos por el Cambio. Más allá de la foto, Sergio Berni no ha dudado en coincidir públicamente con varios miembros de la oposición, centralmente la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
En primer lugar, el uso represivo de la Gendarmería Nacional y la concepción de “guerra contra el narcotráfico” llevado adelante por la gestión Bullrich, no distó demasiado de la estructura montada por su predecesor. Hay quienes creen que si el plan no difiere mucho, debe estar comandado desde un mismo lugar, una misma cabeza, un mismo botón.
De hecho, Berni ha coincidido públicamente con Juntos por el Cambio en elementos centrales de la política de seguridad como el uso de las pistolas Tasser, puesta en cuestión por los organismos de derechos humanos y con dudosa eficacia en los países donde se utiliza, en donde ha provocado abuso policial y numerosas muertes. Por otro lado, sobre las protestas mapuches, al igual que Bullrich, sostuvo la necesidad de movilizar fuerzas federales a la Patagonia.
También, ha protagonizado diversas peleas con el ejecutivo nacional, poniendo en dudas su continuidad dentro del Frente de Todos a finales del año pasado. “La palabra del presidente es una palabra devaluada. Cristina Kirchner no tiene norte, no sabe dónde ir”, declaró en una de sus últimas entrevistas televisivas.
Además del coqueteo constante con la oposición y las críticas a la coalición gobernante, recientemente acordó con el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta sobre la quita del Salario Social Complementario para las personas que protagonicen cortes de calle o hechos de protesta. “El acampe es gravísimo, es tristísimo, estamos destruyendo la fuerza productiva del país con los planes sociales, es lo más grave”, dijo Berni.
Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago
En declaraciones recientes, el ministro bonaerense aseguró que los “planes sociales son un gran negocio para unos pocos” y pidió investigar el patrimonio de los referentes de organizaciones sociales.
Sin embargo en su última declaración jurada de patrimonio de agosto del 2021, Berni sinceró una gran cantidad de bienes poco comunes para un funcionario público, que durante años se posicionó del lado de la austeridad.
Solo en términos de inmuebles, declaró seis departamentos ubicados mayormente en CABA y nueve terrenos dispuestos en diferentes lugares. A su vez publicó siete depósitos bancarios propios. Para dejarlo en claro, solo en términos de cuentas y bienes inmuebles, su patrimonio asciende a 40 millones de pesos. Sin embargo, en la cuenta general, su patrimonio neto ronda los 75 millones de pesos. Todo sin contar la cuantiosa tenencia de dólares en efectivo.
Dentro de sus inversiones inmuebles se encuentra un terreno en Bariloche por 12 millones de pesos, cerca del Nahuel Huapi, ya que Berni tiene experiencia en inversiones inmobiliarias en la Patagonia. Además, el funcionario bonaerense tiene terrenos en El Chaltén y un complejo de cabañas en la localidad de 28 de noviembre, en Santa Cruz.
Datos que podrían incomodar a un ministro que ahora ha tomado como blanco a las organizaciones sociales y a sus dirigentes, al mismo tiempo que se despega del oficialismo y se acerca, cada vez más, a referentes de la derecha argentina.