El encuentro entre el presidente argentino Alberto Fernández y su par boliviano, Luis Arce, se desarrolló con un principal motivo: la provisión de gas para un invierno que se avecina con preocupación. No solo por la falta del suministro -un efecto directo de la guerra en Ucrania-, sino porque si a la crisis social (pobreza, inflación) se le suma un posible tarifazo energético, el descontento crecerá como reguero de pólvora.
Más allá de la urgencia que tiene Argentina, la visita de Luis Arce al país concretó la alianza de un segundo país latinoamericano, luego del encuentro que mantuvieron días atrás Fernández y el flamante presidente chileno, Gabriel Boric.
Precisamente con la llegada de Arce a la Argentina, otro de los temas que se puso sobre la mesa es la preocupante situación política que se vive en Perú, con el asedio al presidente Pedro Castillo, quien resistió un intento de destitución pero ahora se enfrenta a duras movilizaciones empujadas por la derecha de ese país.
Al mismo tiempo, el mandatario argentino volvió a repudiar el avance militar de Rusia sobre Ucrania, palabras que anticiparon una curiosa posición del país ante la ONU.
“Cuando hay necesidades todos tenemos que ayudarnos, como hermanos que somos. Argentina tiene garantizada la provisión de gas para este año”, expresó así el presidente boliviano, Luis Arce, en la conferencia de prensa que compartió con Alberto Fernández en Casa Rosada. Según datos oficiales, se trataría de 14 millones de metros cúbicos por día. En contrapartida, Argentina se comprometería a explorar el litio en Bolivia.
“Tanto las conversaciones con el presidente (Gabriel) Boric como esta visita y el aumento de la producción en Vaca Muerta nos permite pensar que vamos a atravesar sin sobresaltos el invierno”, había manifestado la vocera presidencial, Gabriela Cerruti.
El Jefe de Estado agradeció la solidaridad del país vecino y definió al presidente Arce como “un enorme amigo a quien quiero y respeto mucho”. “Bolivia es un ejemplo de democracia, y estuvimos siempre comprometidos en esa recuperación de la democracia”, siguió en esa línea, Alberto Fernández, recordando la ayuda que brindó el Estado argentino dándole asilo político a Evo Morales, tras el golpe de Estado que lo desalojó del poder.
Ambos presidentes coincidieron en que América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo y que la pandemia, agravó esas diferencias sociales en la región. Entre otros puntos, ni a Fernández ni a Arce se les escapó recordar la participación militar que tuvo Argentina en el golpe de Estado al gobierno de Evo Morales. Ambos reconocieron el envío de armas por parte del expresidente Macri, en días donde el Ejército boliviano asesinaba a más de 30 personas en las calles.
En ese punto, Arce dijo que la investigación por la participación del gobierno argentino en el golpe institucional de Bolivia “la está manejando la Justicia” y aseguró que hasta ahora existieron “paulatinos avances en este tema judicial de esclarecer todos los hechos del golpe de Estado de noviembre de 2019”.
Actualmente, la causa está investigada por la justicia argentina y boliviana, en donde tanto el expresidente Macri como la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich, se encuentran imputados.
Un apoyo a la OTAN
El mismo día que se daba la visita de Arce al país, el gobierno argentino se sumó al posicionamiento de la OTAN para condenar a Rusia y suspenderla del Consejo de Seguridad de la ONU. Se trata de la denuncia por la masacre de Bucha, un hecho que conmociona al mundo, pero en donde el país que gobierna Vladimir Putin niega rotundamente su responsabilidad y asegura que -en realidad- se trató de “un montaje” perpetrado por las fuerzas ucranianas, para lograr una condena global hacia el Kremlin.
Más allá de lo que afirma Rusia, hay un hecho inobjetable: hasta ahora no se realizó una investigación independiente sobre el hecho y existen muchas fuentes que afirman que las tropas rusas ya se habían ido de Bucha al momento que se cometieron los crímenes hoy que horrorizan al mundo.
En ese difícil y espinoso conflicto, Argentina decidió acompañar el posicionamiento de Occidente y sumarse a la condena de Rusia, con su voto a favor para que el país sea suspendido del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
El hecho coincide a pocos días de que se cumplieran 40 años de la guerra de Malvinas, hoy un territorio dominado por Gran Bretaña y la OTAN, la fuerza militar que comanda Estados Unidos y varios países de Europa, y la principal amenaza por la cual Rusia decidió invadir Ucrania y poner un freno a su expansión.