Hace tres semanas atrás, el gobierno de Javier Milei tomó una de las decisiones más extrañas hasta ahora: la orden de importar alimentos para la población.
La lista de productos autorizados son papa, cacao, yerba, banana, carne de cerdo, café, atún, arroz, leche, pan, azúcar y uva para vino. Pero, tal como se había denunciado, este ingreso de importados ya está afectando a un 20% de las PYMES que se dedican a la producción local.
Se tratan de las economías regionales que producen bananas en Salta y Formosa , arroz, cerdo y leche en Santa Fe, papa en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, Mendoza, Río Negro y Tucumán, entre otros productos alimenticios que están afectados por la importaciones.
En diálogo con ARG MEDIOS, el ex director de Federación Agraria Pedro Peretti aseguró que “aunque la medida es novedosa, esta política no lo es. En los ‘90 por este tema se fundieron 103 mil productores y se remataron 12 millones de hectáreas”.
Para el productor, las grandes beneficiarias son las cadenas de supermercados que tienen una integración vertical del mercado agroalimentario porque, además, son ellas las que tienen capacidad de importar y exportar.
Por ejemplo, COTO tiene desde campos con producción agroganadera y la logística para procesar y poner en góndola el producto final. Paladini tiene granjas propias, frigoríficos y logística orientada a la exportación. Molinos Rio de la Plata es una de las principales en el mercado de arroz y los farináceos con producción propia.
Otros ejemplos: Mastellone vende 9 de cada 10 litros de leche en este país. Mac Cain y Pepsico manejan 3000 hectáreas cada una solo para la producción de papas, Salvita maneja 25 mil hectáreas y además de bananas hace otros cultivos a gran escala. Y en el mercado de la yerba, sólo cinco empresas producen el 75% de lo que se vende en el mercado, con el establecimiento Las Maria a la cabeza.
En este sentido, Peretti agregó que en la industria Paladini es importador de carne de cerdo desde hace mucho tiempo y su capacidad de almacenaje y procesamiento controla el precio local “porque tiene una integración vertical”, es decir “que controla no solo la producción sino además el procesamiento el almacenaje, la distribución y la venta lo cual lo convierte en un actor muy poderoso para poner precio de referencia en el sector”.
El referente explica que todos los emporios alimenticios tienen por finalidad la máxima rentabilidad, es por ello que su objetivo es exportar manufacturas locales y necesariamente quieren vender a precio dólar en el mercado interno. De esta forma es que aumentan los precios de sus productos minoristas a niveles de ciudades como Barcelona.
“Lo que más atenta contra los costos finales de los alimentos es la logística irracional que hace viajar una lechuga en algunos casos 800 kilómetros, o la leche mil kilómetros de promedio, cuando cada pueblo o ciudad debería tener un tambo o un cinturón verde que los abastezca”, detalló el ex director de Federación Agraria.
El supermercadismo hace depender a las demás empresas pequeñas de su cadena de distribución. En los cinturones frutihorticolas los productores familiares están obligados a entregar a los consignatarios que llevan la verdura al mercado central pagando muy bajo el precio en quinta, haciendo que los intermediarios se queden con la ganancia extra que genera la venta directa.
El resultado de esta política de liberalización está generando que los productores familiares de alimentos y las empresas PYME que agregan valor, entren en crisis. Objetivamente, en la actualidad el mercado interno se encuentra deprimido por la baja del consumo al estar licuados los salarios. A esto se suma que del exterior ingresa mercadería que compite con las locales a un precio inferior, beneficiando a las grandes alimenticias que pueden especular con el dólar de importación y exportación posponiendo los tiempos de pagos a sus proveedores de productos y materias primas en el mejor de los casos a 30 días. Nada más beneficioso para la casta.
Soluciones argentinas para problemas argentinos
Sin embargo, más allá de la situación, Peretti se entusiasma con un nuevo modelo de producción que cuide los establecimientos familiares y las PYMES de los pueblos y cinturones hortícolas con incentivos para los productores. Propone además reorganizar la logística nacional para abastecer mejor y que los alimentos no viajen muchos kilómetros, creando mercados de cercanía sin intermediarios. “Es muy importante fomentar la actividad PYME con agregado de valor en origen y una política desconcentrada de las gigantes alimenticias que además hacen productos nocivos para la salud”, dice Peretti.
Para esto -aclara el referente del sector- “hay que fomentar la producción de alimentos frescos de estación y precios justos tanto para el consumidor como para el productor”. Así como también hay que dejar de negociar con los emporios de la alimentación, porque más de una es cuestionable el origen de sus tierras en los albores de la Patria y porque además nunca dio resultado.
“Hay que crear algo nuevo y controlar lo viejo por lo menos una década. Esto sería construir soberanía alimentaria. Proteger lo nuestro valorando el esfuerzo de los trabajadores rurales argentinos”, cierra Peretti.