“Saben que siempre voy a hacer lo que tenga que hacer para que nuestra sociedad pueda organizarse en un proyecto de país y en una sociedad alegre”. Con esas palabras Cristina Fernández de Kirchner cerró el plenario de la UOM, en lo que muchas y muchos leyeron como un lanzamiento de candidatura anticipado.
La ambigüedad del mensaje lanzado por la dos veces presidenta se emparenta con el que en 2017 dio en una entrevista televisiva, en la cual declaró que iba a hacer todo lo posible para que “otro argentino ocupe la Casa Rosada el 10 de diciembre de 2019”. Ese argentino finalmente fue Alberto Fernández y el resto es historia conocida.
El acto colmado de militancia metalúrgica tuvo el momento que ya es un clásico en los eventos de militancia filo kirchnerista: “Cristina presidenta” es un clamor (genuino o intencional) que está en la cabeza de dirigentes y bases peronistas. Si es su deseo o no, es algo que solo ella sabe. Aunque si se sigue con atención sus declaraciones, se pueden encontrar pistas de cuáles podrían ser sus intenciones o cuales sus próximas jugadas.
“La máxima ambición que puede tener un dirigente político, que es ser presidente, yo ya la tuve dos veces. Y además mi compañero también fue presidente”, recordó Cristina en su primera aparición mediática luego del atentado, en un encuentro con curas villeros y comunidades cristianas de opción por los pobres. La frase parecía descartar su ambición personal y más bien buscar aportar a un proyecto colectivo.
Pero sus declaraciones en la UOM sembraron otra interpretación. A todo esto, falta el gran acto que se espera para el próximo jueves 17 de noviembre, en el Estadio Diego Armando Maradona, de La Plata.
Ejes de un posible programa electoral
En la presentación de su segundo libro “Para qué”, Mauricio Macri dejó varios mensajes hacia dentro de su propio espacio, entre el que se podría destacar uno en especial: quien no demuestre que va a llevar adelante este programa de reformas laborales, fiscales y previsionales, no va a tener su apoyo para ser candidato.
A la inversa, podemos encontrar en el discurso de CFK frente a la militancia de la UOM un mensaje hacia adentro muy contundente: llegue como llegue el oficialismo al año que viene, deberá comprometerse con un programa económico y social que tienda a achicar las desigualdades sociales mediante la redistribución del ingreso.
“La inequidad tributaria e injusticia fiscal es un problema en la Argentina. Las grandes empresas de alimentos y supermercados pagan menos impuesto a las ganancias que cualquier trabajador que supera el tope de ganancias”, deslizó la vice en su discurso, poniendo sobre la mesa un problema que se está discutiendo en todo el mundo: el de la redistribución de las ganancias exorbitantes de las grandes empresas, sobre todo después de la pandemia de la que salieron fortalecidos y con ganancias extraordinarias. Además, dejó en claro quiénes son para ella los principales responsables de la alta escalada inflacionaria.
En otro pasaje de su alocución, Cristina Fernández puso en valor el rol del sindicalismo (en tanto organizadores del movimiento obrero en una comunidad organizada) en la construcción de un frente político: “Los dirigentes sindicales tienen un papel clave en esto. No basta únicamente con discutir el tema del salario. Los sindicatos tienen que estar en la mesa de debate en los temas económicos claves del país”.
Cabe recordar que desde la dictadura hasta este tiempo, los gremios se han limitado a un rol sumamente defensivo para con la clase trabajadora. Lejos quedaron los tiempos en los que los sindicatos discutían la coparticipación de las ganancias que obtenían las patronales durante el peronismo y los años subsiguientes.
En consonancia con esto, en otro de los fragmentos destacables de su discurso (quizás el más fuerte en términos de coyuntura actual) fue cuando ponderó el aumento por suma fija para todos los salarios, y su consecuente aclaración de que no va en contra de la paritaria. “Es necesaria una suma fija para mejorar la participación de los salarios en el PBI”, dijo.
Entonces podemos enumerar: una reforma tributaria progresiva (es decir, que el Estado apunte a recaudar más sobre las ganancias de los que más tienen), el empoderamiento de las y los trabajadores organizados en los gremios y el mejoramiento de la participación de los salarios de los trabajadores en el PBI del país.
Como frutilla del postre de este preprograma, la vicepresidenta recordó que durante los años de su gobierno, “las y los argentinos podían vivir bien” y que “éramos un pueblo feliz”. Una demostración de que es posible llevar adelante medidas de este calibre.
La pregunta que surge entonces es: si este sería el contrato electoral mediante el cual un deteriorado Frente de Todos (que pesa con la mochila de no haber cumplido, al menos parcialmente, con el contrato electoral 2019) ¿Quién sería capaz de llevarlo adelante? ¿Es posible un programa de este estilo con el FMI auditando cuentas y cogobernando económicamente hasta 2036, como firmó el exministro de economía Martín Guzman?
¿Quién sería capaz de llevar adelante ese plan haciendo equilibrio con los intereses de los sectores concentrados de la economía argentina (los cuales necesariamente va a haber que tocar)?
Más importante que estas preguntas sin respuesta, será indagar cómo se confluyen los intereses de los actores que hoy integran el Frente de Todos detrás de esos ejes. Las intenciones reeleccionistas de Alberto Fernández hoy parecen todavía flotar. Por otro lado, Sergio Massa está demostrando que puede gestionar la economía mediante la generación de confianza de los sectores económicos de la Argentina y transnacionales con intereses en el país y el apoyo político explícito de CFK, quien vale aclarar, en su última alocución elogió a Massa diciendo que “el ministro de economía está haciendo un gran esfuerzo para arreglar el desastre en el que estábamos”.
El 17 de noviembre Cristina Kirchner hablará frente a un Estadio único Diego Armando Maradona colmado de militancia. La campaña electoral 2023 podría tener allí su punto de partida.