La Ruta de la Seda se abre paso hacia Argentina

Luego de anunciar el acuerdo con el FMI, Alberto Fernandez realizó una gira presidencial por la Federación Rusa y la República Popular China. La charla con Putin, la nueva Ruta de la Seda y las falsas dicotomías entre potencias.

Hace unas semanas, el gobierno argentino acordó una refinanciación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a poco del primer vencimiento de capital por más de 4.000 millones de dólares. Para el Ejecutivo esto era importante por varias razones, entre ellas, la visita a Rusia y a China que se concretó este fin de semana 

En Rusia, Alberto Fernádez se reunió con Vladimir Putin y expresó: “Argentina tiene que dejar de tener esa dependencia tan grande con el Fondo y Estados Unidos, tiene que abrirse camino hacia otro lado, y ahí Rusia tiene un lugar muy importante. Tenemos que ver la manera en que Argentina se convierta en puerta de entrada de Rusia en América Latina de un modo más decidido”. 

El presidente argentino remarcó también la importancia de haber traído la vacuna Sputnik V al país, a lo que el presidente ruso Vladimir Putin agregó: “hay mucho potencial para nuestro comercio en el ámbito económico, y en el último año hemos visto un buen ritmo de crecimiento en la relación entre ambos países”. 

Continuando con la gira, el mandatario argentino llegó a Beijing y firmó la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), más conocida como la nueva Ruta de la Seda. Desde China, prometen acuerdos en obras de infraestructura para el sector energético, agua y cloacas, transporte y la construcción de viviendas, que suman una inversión total de 23.700 millones de dólares.

La BRI está pensada con el espíritu de la Ruta de la Seda original, durante la China imperial. Antiguamente, esta ruta funcionaba como un conjunto de redes comerciales que comunicaban Asia y Europa. Su recorrido comenzaba en China y atravesaba todo el continente asiático hasta llegar a territorio europeo.

En todos estos países el gigante asiático ha firmado acuerdos de inversión y cooperación en materia económica, sanitaria, cultural, digital y medioambiental. Cada uno de los gobiernos de los países que acuerda con China expone sus intereses políticos y económicos, y eso determina la naturaleza de los proyectos de la nueva Ruta de la Seda.

La adhesión de los países de la región a la BRI ha sido cuestionada por los Estados Unidos, que insiste en que se trata de una estrategia de dependencia de China para generar endeudamiento y corrupción en los países firmantes. Sin embargo, la promesa de no entrometerse en las situaciones políticas de los países y de financiar proyectos de infraestructura a tasas convenientes, sin tantas exigencias económicas, inclinó la balanza en favor de China. En la actualidad, son veinte los países de América Latina y el Caribe que forman parte de la BRI.

Las falsas dicotomías

La gira internacional del gobierno argentino generó la reacción de la oposición, tanto de sus exponente mediáticos como de la oposición nucleada en Juntos por el Cambio, que considera que los encuentros bilaterales y la firma de acuerdos con Rusia y China son poco  convenientes.

El expresidente Mauricio Macri criticó los dichos de Alberto Fernández en la reunión con Vladimir Putin, mencionó el pedido de apoyo al gobierno norteamericano en el acuerdo con el FMI, y sostuvo que “no se puede al mismo tiempo pedir ayuda y después declarar rechazo a quien nos está ayudando”. Por otro lado, el expresidente mencionó la posibilidad de un conflicto armado en referencia a Ucrania, y sostiene que no es un momento para que el gobierno argentino improvise.

Mientras tanto, el gobierno norteamericano busca avivar el conflicto entre Rusia y Ucrania. A fines del 2021 los más importantes medios estadounidenses comenzaron a hablar de un “movimiento inusual” de tropas en la frontera rusa y de “evidencia de que Rusia ha hecho planes para importantes desplazamientos agresivos contra Ucrania”. Esto ha sido desmentido por las propias autoridades ucranianas. 

Por otro lado, la administración de Biden también alimenta su conflicto con China. En los Juegos Olímpicos que transcurren en este momento en Beijing, Estados Unidos llamó a un “boicot diplomático” denunciando violaciones a los derechos humanos en la provincia de Xinjiang, de mayoría musulmana. Aunque no es el único reclamo de la administración norteamericana: también incluyen a Taiwán, Hong Kong, y el conflicto en el Mar Meridional. 

Entre las principales características que tendría el acuerdo del BRI se destacan la inversión en “conectividad” (rutas, ferrocarriles, puentes, entre otros); la ampliación del comercio bilateral y la integración financiera; y por último, los intercambios entre personas (educación, cultura, salud, turismo, medios de comunicación). Con Rusia, el presidente Fernández busca que Kamaz, una empresa que fabrica camiones, se instale en Argentina. Infraestructura e industria parecen ser los pilares más importantes.