Luego de que la Cámara de Diputados avale el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) con el cual el gobierno de Javier Milei aprobó de forma unilateral el nuevo endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI), muchas son las preguntas, pocas son las certezas.
Si ese nuevo acuerdo beneficiará a la Argentina, es la principal. Desde allí se desprenden otras dudas y se posan en el marco de los condicionamientos que el Fondo le exigirá al gobierno libertario, para devolver el nuevo préstamo, que según confirmó este jueves el ministro de Economía -Luis Caputo- será por 20 mil millones de dólares.
Sin embargo, también se posan serios rumores de devaluación sobre el horizonte tormentoso. El hecho de que el dólar blue haya roto el techo de los $1300 pesos, es una de las señales más claras.
Para eso, dos economistas consultados por este medio intentan hacer una radiografía de la situación económica y financiera del país, en medio de un agitado año electoral.
Francisco Cantamutto, economista del Instituto Tricontinental, considera que lo más problemático de cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo es que se estaría haciendo “sin ninguna revisión técnica” y así se parecerá más a un “acuerdo político”. Similar a lo ocurrido en 2018, bajo el gobierno de Mauricio Macri.
“Pese a que no conocemos los detalles, el FMI absolutamente siempre pide ajuste fiscal. Esto incluso si se consigue superávit fiscal”, dice y explica el ejemplo de cuando el gobierno de Néstor Kirchner logró superávit y pese a eso, el Fondo pedía más ajuste.
Por otro lado, Cantamutto sostiene que en caso que sea un acuerdo de facilidades extendidas, “puede que se exija reformas estructurales”. Allí, en primera línea de prioridad aparecen “la reforma previsional y reforma laboral, además de privatizaciones pendientes de algunos activos”.
Algo que estaba en las prioridades de la Ley Bases y que finalmente el gobierno debió negociar y quitar esos puntos. Todo esto, “tendría un elevado costo para la Argentina”, porque “ampliará la deuda a una tasa superior”, según explica el economista.
En tanto, Facundo Barrera -economista e investigador del CONICET- cree que es importante remarcar por qué el gobierno llegó a este estado de desesperación por nuevos dólares frescos, lo que lo arrastró a golpear las puertas del Fondo, otra vez.
“Venimos de varias semanas en las cuales el Banco Central está vendiendo reservas. Los motivos son varios: por un lado está el achicamiento de cantidad de dólares que dejaba el superávit comercial, es decir, una mayor cantidad de importación frente a la exportación”, introduce Barrera. “Por otro lado tenés una expectativa devaluatoria. Eso hace que jugadores locales -como Bancos, grandes empresas y financieras- que antes habían cambiado dólares en pesos para invertir en bonos, ahora empiezan a ver que una devaluación les generaría un costo si continúan conservando los pesos. Por eso, vuelven a cambiarlo en dólares. Eso genera presión sobre las reservas”, detalla con minuciosidad el profesional.
Algo que parece compartir su par, Cantamutto, al considerar que “la dificultad de la economía argentina no es la generación de dólares, sino “retener los dólares generados”, un tema que se desarrolla con mayor profundidad en el libro “Con exportar más no alcanza”, que el economista publicó junto a Martín Schorr y Andrés Wainer.
Además, para el experto, “ni las importaciones ni el blanqueo de capitales han logrado que se puedan retener los mismos”, por lo que es escéptico de que un nuevo acuerdo con el Fondo pueda modificar el cuadro de situación. “Un nuevo préstamo no evitaría una devaluación. En todo caso permitiría administrarla o dilatarla en el tiempo”, considera.
En esa línea, Cantamutto agrega que es importante remarcar que el nuevo préstamo del FMI “no viene a sanear el Banco Central, ni a desendeudar el país”.
Un tercer economista completa el panorama y tiene una mirada similar respecto al riesgo de seguir endeudando el país. Pero sobre todo, en los términos que el gobierno de Javier Milei lo hace, nada más ni nada menos que con el FMI.
“El acuerdo implica devaluación que van a denominar liberación del tipo de cambio. Eso va a generar una corrección en el tipo de cambio oficial. Esto traerá consecuencias en materia de inflación. Por otra parte, las operaciones financieras atadas a carry trade se están desarmando y el gobierno, por más que trata de vender un acuerdo que generará solidez, va a recibir poco dinero fresco real”, dice Alexis Dritsos, economista del Partido Socialista.
Todo esto, claro, conduce a la pregunta sobre los costos sociales que podría acarrear más deuda y más ajuste. Para Dristos, en caso de que se cumpla lo analizado “cuesta creer que no se le escape una corrida como la que le ocurrió a Macri” en 2018.
En tanto, Barrera sostiene que “una devaluación generaría una aceleración de precios” y la inflación -el único caballito de batalla que ha tenido hasta ahora la administración libertaria en materia de logros económicos- se vendrá abajo.
Ninguno de los economistas consultados por ARG Medios pueden determinar con precisión si el acuerdo logrará contener un sismo financiero antes o después de las elecciones legislativas que se celebrarán en octubre de este año. Pero todos coinciden en que el rumbo de más endeudamiento, determinará una nueva devaluación y eso impactará de lleno en las clases populares.