Laura Cáceres encendió la mecha en Argentina. La repartidora de Pedidos Ya fue despedida por la plataforma de delivery y sus colegas motorizados salieron por las calles de Pilar para exigir la reincorporación.
Como marca la tradición sindical en nuestro país, laburantes de repartos realizaron rifas y pusieron recursos de sus magros salarios hechos a fuerza de pedal y horas en moto, para crear un fondo de lucha.
Laura se sostiene por estos días gracias a ese fondo solidario. Fue despedida en septiembre del año pasado, pero recientemente salió una medida cautelar en la justicia que ordena a la plataforma a reabrir su cuenta como repartidora.
‘‘Es terrible como esta empresa nos deja sin nuestro laburo de un día para el otro, sin nuestro plato de comida, sin poder pagar el alquiler y ni siquiera te contesten un mail. Pero no podemos quedarnos con los brazos cruzados y que Pedidos Ya! siga haciendo lo mismo, no podemos resignarnos a eso porque somos los laburantes que desde que empezó la pandemia hacemos un trabajo que es esencial y esta empresa nos descarta como si nada’’ explicó Laura para Izquierda Diario.
El caso de Laura se repite a lo largo y ancho de la geografía mundial. En plena crisis global, millones de jóvenes y no tan jóvenes recurren a una changa que termina por convertirse en el principal trabajo que pueden conseguir para sostener la economía familiar.
La pandemia, acotó aún más la salida laboral y ensanchó el ejército de repartidores que se llevan entre el 13 y el 27% de la comisión de Pedidos Ya, que a su vez es de hasta un 30% para las casas de comidas. Las empresas de plataformas como Uber, Rappi y Pedidos Ya incrementan sus ganancias a costa de mantener sin ningún tipo de reconocimiento laboral a sus repartidores.
En la competencia es fundamental el capital humano. Así lo reconoció el nuevo CEO de Pedidos Ya al anunciar que la empresa piensa crecer hasta 10 veces más que el volumen actual en los próximos 4 años. ‘‘Doblando el lomo pa que otro doblen sus bienes’’, reza la canción litoraleña del uruguayo Aníbal Sampayo.
Pedidos Ya, la plataforma más difundida en Argentina nació en Montevideo, Uruguay y rápidamente se expandió a nuestro país y otros 14 de la región. El centro de operaciones de toda la red está ubicado en Capital Federal y desde allí disponen del tiempo y del esfuerzo de unos 3500 empleados directos y 35.000 repartidores activos en la plataforma de los que no reconocen en términos laborales. Para la empresa son un usuario, una cuenta que recorre el GPS de las ciudades.
‘‘Queremos ser líder del mercado, porque vemos que el primero que adquiere a la mayoría de los usuarios y los comercios y logre trabajar con más repartidores tiene ventaja’’ dijo Esteban Gutiérrez a La Nación.
En el mundo de las plataformas no solo hay novedades respecto a inversiones y grandes capitales. Al calor de las plazas, decenas de pibes y pibas van compartiendo el día a día, los gajes del oficio y alguna anécdota risueña después de una entrega. En plazas y esquinas o en la puerta de algún importante restaurant también comenzaron a organizar las principales demandas del sector.
En varios países la negociación entre repartidores y plataformas tuvo amplias y variadas repercusiones. Recientemente el Tribunal Supremo del Reino Unido dictaminó que los conductores de Uber no son autónomos y que la empresa debe garantizar un salario mínimo, cobertura médica, aportes jubilatorios y vacaciones pagas. En España, la llamada Ley Rider también obligó a las plataformas Deliveroo, Uber Eats y Glovo a garantizar derechos laborales. En Estados Unidos continúan las pujas en la Justicia para determinar si quienes laburan del reparto son cuentapropistas o dependen de las empresas.
Argentina, el epicentro de Pedidos Ya en la región, aún no cuenta con legislación al respecto aunque hay más de 50 mil trabajadores. El ministro de trabajo, Claudio Moroni encargó a laboralistas especializados en plataformas el diseño de una ley con puntos claves como salarios mínimos, indemnizaciones por despidos, licencias, vacaciones y cobertura de salud. Sin embargo, con la llegada de la pandemia no se conocieron avances en el tratamiento del proyecto.
El caso de Laura Cáceres es uno de los pocos que podría sentar eso que los hombres y las mujeres de leyes llaman ‘‘jurisprudencia’’. En criollo, un antes y después. Si así fuera, imaginemos los días venideros al calor de la organización de las camperas rojas.
En Montevideo, donde nació la empresa Pedidos Ya, laburantes del reparto se organizaron en un sindicato reconocido oficialmente por el Estado uruguayo. Se llaman Unión de Trabajadores de Pedidos (UTP). Desde su inicio, no han parado de conquistar nuevos derechos y trazar lazos solidarios con laburantes de otras plataformas. A partir de este mes, por ejemplo, quienes reciben pedidos para luego derivarlos solo manejarán hasta 3 chats en simultáneo.
Las condiciones siguen siendo desfavorables respecto a laburantes que gozan de plenos derechos laborales, pero el avance entusiasma en otras latitudes. En nuestro país, unos 5 mil repartidores ya están organizados y presentaron este miércoles el pedido formal ante el ministerio de trabajo para constituirse en sindicato. Lo hicieron bajo la consigna ‘‘Somos trabajadores y nuestras vidas valen’’.
¿Habrá empezado el después de Laura Cáceres? Habrá que esperar para saberlo, pero la iniciativa ya es un quiebre y marca la orientación de miles en busca de mejores condiciones. Laburantes del reparto no tienen nada que perder, más que sus propias cadenas.