Fue un miércoles agitado. A la postal de cortes y movilizaciones en todo el país se le sumó una disparada record del dólar blue que fuerza al nuevo equipo de Economía a dar respuestas inmediatas. La presión devaluatoria que impulsan los mercados se hace notar al igual que el termómetro de la calle que cada vez va subiendo más la temperatura. “¡Es obvio que esto no da para más!”, gritó Juan Grabois desde el escenario del corte en el emblemático Puente Pueyrredón. En el escenario también acompañaron dirigentes de la CTA Autónoma y Bloque Piquetero Nacional. En diferentes cortes se vio también la presencia de seccionales de la CGT. Comienza a moverse el avispero.
Una de los principales pedidos es el Salario Básico Universal, apuntado a trabajadores informales y monotributistas de categorías menores entre 18 y 65 años. La idea es percibir un ingreso que garantice la alimentación elemental. Además del SBU, el escalonado plan de lucha exige el aumento inmediato de jubilaciones y salarios, además del cobro de bono para titulares de Potenciar Trabajo (algo similar a un aguinaldo). El tema se instaló en la agenda de la política y forzó a distintos referentes a manifestarse sobre el tema.
“Están proponiendo un salario de 14 o 15 mil pesos, eso no saca a nadie de la pobreza. El efecto final no solo no va a resolver la pobreza, sino que la va a agudizar, porque con lo que emitan para pagar el salario básico universal los pobres se van a volver aún más pobres”, fue lo que expresó en una entrevista radial la diputada de Juntos por el Cambio, María Eugenia Vidal. En la misma sintonía se dirigió públicamente su compañera de coalición Elisa Carrio, quien aseguró que sería “imposible” ya que llevaría “a la quiebra a la Argentina”.
Por otra parte, el diputado nacional por Avanza Libertad, José Luis Espert también se manifestó en esa línea: “El Salario Básico Universal es un concepto disparatado. Es un IFE que se les va a dar. El salario se paga cuando se da un servicio. No hay ningún valor agregado y estamos degradando todo”, dijo y remató: “Estamos chiflados. Esto va a seguir destruyendo la cultura del trabajo”. Por su parte, Javier Milei en repetidas ocasiones se refirió al SBU en los mismos términos.
Sin embargo, las voces opositoras por izquierda se muestran contemplativas con el Salario Básico Universal aunque muestran diferencias con los montos del ingreso y su implementación. “Universalicemos el Potenciar Trabajo o hagamos un seguro para desocupados”, expresó sobre el tema Eduardo Belliboni, dirigente del Polo Obrero.
Las opiniones dentro de la coalición gobernante son variopintas y están más atravesadas por disputas palaciegas que por batalla de ideas. En una entrevista televisiva, la senadora nacional por el Frente de Todos, Juliana Di Tullio expresó también críticas al concepto de “salario”: “No es un discusión semántica, es conceptual y el política además”, haciendo referencia a la ausencia de una contraprestación obligatoria. Pero a su vez manifestó estar trabajando junto a legisladores y organizaciones sociales (incluido Juan Grabois) en un “ingreso complementario, que tiene un objetivo concreto, corto, que es eliminar la indigencia”. La idea sería presentar este proyecto mediante la cámara alta.
Los legisladores del Frente Patria Grande, quienes presentaron el proyecto de ley (el único que concretamente está circulando hasta ahora) aseguraron estar “dando una mano” el proyecto nuevo que esta armando la senadora Di Tullio, pero también entienden que no va a ser igual al que circula en la cámara baja, y que incluso será “más limitado”. Los escenarios posibles es que se apruebe en la totalidad del Congreso, o presionar en las calles para que salga por decreto.
Si bien desde el despacho presidencial se ve con desdén el magro avance del proyecto de ley, y se le baja el precio a las movilizaciones impulsadas por sectores de la UTEP, algunas voces del ejecutivo comienzan a mostrarse flexibles ante la idea de un SBU. Según trascendidos, el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, se mostró permeable a la idea, siempre y cuando haya se considere una segmentación geográfica y poblacional para su implementación.
En lo concreto, el único proyecto presentado institucionalmente es el que impulsaron diputados relacionados al ecosistema UTEP. Estos defienden el concepto de salario, ya que se presume que quien lo perciba es un trabajador informal activo, además del básico (que llegue a la Canasta Básica Alimentaria) y su carácter universal (ser manejado por ANSES mediante un cruce riguroso de datos).
Desde los funcionarios cercanos a la presidencia las opiniones sobre el tema fueron cortas e insuficientes. El gobierno acostumbrado a la danza de “el anuncio del anuncio”, también saca de la galera un “lo estamos analizando”. En el corto plazo, no hay propuestas alternativas para palear la histórica crisis que están atravesando día a día millones de trabajadores desocupados, informales, monotributistas, jubilados, cooperativistas o asalariados debajo del mínimo vital y móvil. Un segmento poblacional que parece quedar fuera de los cálculos del Excel.