Dieciséis millones de toneladas de comida desperdiciada equivale a 362 kilos por persona. Un ser humano anualmente come aproximadamente 100 kgs. En esta medición la FAO, (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), intenta alertar a los consumidores, pero no tiene en cuenta que cada cadena agroalimentaria tiene un desperdicio inevitable.
Verduras, carnes, lácteos, yerba, cereales y la pesca en este modelo de producción a gran escala deja remanentes en el camino. En el mundo un 50% de los alimentos se desperdician por las extensas cadenas de producción y comercialización. Según la Vía Campesina: “la labranza cero, el combustible fósil, los agroquímicos, el monocultivo y la cría intensiva en total suman 11% de las emisiones de gases de efecto invernadero al mundo”.
El transporte marítimo quedó modificado después de la pandemia y el mar es el lugar que más desechos recibe no solo de los barcos cargados de alimentos sino también de otros productos. Por ejemplo los granos embarcados en el complejo cerealero de Rosario, Santa Fe, que es el más grande del continente, son llevados a China para la cría de cerdos que después son exportados a EEUU para alimentar ciudades norteamericanas. El objetivo de esa agroproducción no es alimentar a la gente sino el rápido beneficio económico de los emporios alimenticios.
El desperdicio comienza en la cosecha. Se desecha en los campos porque no tienen las medidas agroalimentarias en el largo viaje, entre una estancia y los acopios intermediarios con las plantas procesadoras. En el procesamiento se va la mayor parte pero hasta llegar a la venta al menudeo y comedores recorren miles de kilómetros donde son acopiados varias veces. El resto se termina pudriendo en montañas de basura y rellenos sanitarios, produciendo gas de invernadero en un 4%, cuando debería aprovecharse mediante biodigestores para calefacción.
Esta desarticulación de la producción alimenticia no está planificada y convierte a los dueños de las alimenticias en supra-estados que inundan de mercadería un lugar o la esconden en otros, solamente para que suban las ganancias de las empresas. Básicamente especulan con el hambre de la gente. El mercado no se autorregula y por eso se desperdicia alimentos mientras hay trabajadores que no pueden comprarlos.
Para el INDEC, durante julio de 2024, la canasta básica alimentaria presentó una variación mensual de 3,1%. En términos interanuales el aumento fue del 263,4%. Lo que significa que la pobreza alcanzó a 25 millones de argentinos en el primer trimestre del año, y casi 8 millones viven en la pobreza extrema o indigencia; la mayoría son niños, niñas y adolescentes, según estimaciones de la Universidad Católica Argentina.
Existen ONGs como el Banco de Alimentos que reciben donaciones de alimentos y productos de parte de empresas, productores agropecuarios y supermercados. Según su página: “Los clasificamos, los almacenamos y los distribuimos entre organizaciones sociales de base de CABA y GBA que dan de comer a personas que lo necesitan.” En contraposición el régimen Milei ha desintegrado la política de ayuda alimenticia que existía y la Ministra Petovello sigue en la picota del escarmiento público y la investigación Judicial por no entregar las 5 mil toneladas de alimentos que se vencieron en galpones del estado argentino. A esto se le suma la ejecución de 0% del Presupuesto que estaba ya asignado tanto a comedores comunitarios como escolares y obras en jardines de infantes.
¿Cual es el problema de que la gente no se alimente de proteínas animales?
En notas anteriores, se pudo aclarar que el consumo de carne en territorio nacional es el más bajo de los últimos 100 años. Esto quiere decir que si la clase trabajadora no puede acceder a la carne en el país de las vacas.
La carne vacuna es una identidad nacional, es un consumo emocional, no es un alimento más tiene, que ver con la cultura y hoy se lo priva al pueblo de eso. Entonces cuando hablamos de proteínas de alta calidad tenemos el ejemplo de China que comenzó a consumirla y empezó a crecer en talla, o sea en el tamaño de su población.
Lo que nos va a pasar en Argentina de continuar esta situación es una desnutrición de los chicos y chicas porque no consumen ni lácteos, ni carnes y se empiezan a reemplazar por harinas de baja de calidad o sea tenemos obesidad por baja nutrición. Ya comenzaron a generarse estos problemas por ejemplo en las personas que comen en comedores sociales, porque la carne es la base de la alimentación nuestra o sea estamos hablando de algo muy profundo de lo cultural y lo proteico, no es solo un alimento.
El mercado alimenticio
Los mayores supermercadistas son los mayores latifundistas de este país y son empresas que a pesar del aumento del hambre sus ganancias crecieron exponencialmente. Por ejemplo, si se suman las tres empresas alimentarias que cotizan en bolsa (Arcor, Mastellone y Río de la Plata), las ganancias acumulan 75.632 millones de pesos en términos operativos. Incrementando un 598% sus ganancias en los primeros meses del gobierno de Milei según el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas.
Las grandes beneficiarias son las cadenas de supermercados que tienen una integración vertical del mercado agroalimentario. Porque además son ellas las que tienen capacidad de importar y exportar. Por ejemplo, COTO tiene desde campos con producción agroganadera y la logística para procesar y poner en góndola el producto final. Paladini tiene granjas propias, frigoríficos y logística orientada a la exportación. Molinos Rio de la Plata es una de las principales en el mercado de arroz y los farináceos con producción propia. Mastellone vende 9 de cada 10 litros de leche en este país. Mac Cain, Pepsico manejan 3000 hectáreas cada una solo para la producción de papas, Salvita maneja 25 mil hectáreas y además de bananas hace otros cultivos a gran escala. Y para la yerba, 5 empresas producen el 75% de lo que se vende en el mercado, con el establecimiento Las Marías a la cabeza. En esta mega producción concentrada está el problema. “En Argentina se pierden y desperdician más de 16 millones de toneladas de comida por año y representa el 12,5% del total producido”, según la FAO de Naciones Unidas.
En su campaña contra el hambre UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) muestra un video en cuya escena se ve a un niño y a su madre, que se van a dormir sin comer. La madre le dice al infante que la heladera tenía que dormir por eso no cenaban. Podría ser la anécdota de Maradona contando que su mamá no comía porque le dolía la panza pero era porque no alcanzaba para todos en la villa. El video termina pidiendo donaciones de dinero a la gente en general que perdió su poder adquisitivo y no puede comprar alimentos. La mesa está servida con hipocresía y encima te piden que dones de tu carencia para solucionar el problema de la codicia de los ricos. El gobierno de Milei está hambreando a las infancias, no a la casta.