Así fue la represión (no televisada) de la policía de Larreta a cartoneros

La policía de Horacio Rodríguez Larreta reprimió con brutalidad una protesta de recicladores y recicladoras, a quienes se les había descontado su sueldo. Una crónica del hecho, relatando los abusos de la policía y las decisiones políticas para excluir más a este sector. 

Una protesta pacífica de recicladores y recicladoras, terminó en una verdadera cacería de la policía de la Ciudad

*Dirigente del MTE

 

El jueves 5 de mayo miles de cartoneros y cartoneras que laburan en la recolección de residuos sólidos urbanos, se levantaron como todos los días y fueron al cajero a retirar dinero, ya que ese día cobraban un pedazo de su sueldo. 

Es un porcentaje de su ingreso que se lo paga el Gobierno de la Ciudad por el servicio que le prestan a todos los habitantes de CABA, recolectando los materiales reciclables para luego separarlos, limpiarlos y venderlos a la Industria local, trabajando de lunes a viernes. Por supuesto que este reconocimiento para los y las miles que empezaron hace casi 20 años atrás a revolver la basura para hacerse de un manguito y así sostener a sus familias, no surgió de los gobernantes si no que fue una conquista, resultado de la organización gremial y la lucha de los excluidos por conquistar derechos. 

Desde la miseria y la basura, esos cartoneros y cartoneras que recolectan más de 300 toneladas diarias de reciclables,  construyeron el Sistema de Reciclado con Inclusión Social, que se convirtió en faro para este tipo de políticas a lo largo y ancho del globo. Incluso Macri, muy suelto de cuerpo,  hace unos seis años atrás fue a Estados Unidos a recibir un premio por esta política. 

Pero ese jueves traía mala noticias: por una decisión unilateral del Gobierno de la Ciudad estos miles de compatriotas se desayunaban que habían tenido abismales descuentos en sus salarios, del 60%, 70% y hasta el 100%, sin ningún tipo de aviso ni justificación.  Trabajadores que habían cumplido con sus tareas todo el mes, que contaban con esa platita para poder pagar sus deudas, hacer las compras y todo lo que hace un/a trabajador/a con su sueldo se había esfumado, así de la nada, por una decisión basada en planillas de Excel.  

Por este motivo, como hubiese hecho cualquier trabajador frente a tal situación, unos cuantos de ellos decidieron presentarse en el Ministerio de Ambiente del gobierno porteño para pedir explicaciones y que se resuelva la situación en lo inmediato. Es que esto sucedió en medio de una crisis económica e inflacionaria, con los precios de los alimentos por las nubes, donde gente de abultados sueldos decidió sacarle las migajas a laburantes que se rompen el lomo todos los días.

Algunas cosas llamaban la atención, el Ministerio estaba completamente cerrado, no había gente trabajando en el edificio y de un momento para otro se presentó un ejército de policías dispuestos a reprimir, algo así como 50 parejas de policías en moto y unos 100 mas con escudos, palos y escopetas. Todo tenía olor a trampa. 

La policía tuvo orden de rodear la protesta y después perseguirlos por la zona

Del otro lado, unos 200 cartoneros y cartoneras cortaban la calle ya que nadie los atendía ni les daba una respuesta. Empezaron los llamados telefónicos, en donde los recicladores manifestaron que solo querían una reunión para que les aclaren la situación y que querían recuperar su sueldo. 

Desde la Dirección de Reciclado dilataban los tiempos y finalmente les dijeron que los iban a recibir a las 16.15 para poder abordar el problema. Sin embargo, a las 16 horas, la policía -a sabiendas que iba a existir una reunión para descomprimir la situación-, decidió avanzar sobre quienes se manifestaban en todo su derecho y con gases lacrimógenos y golpes,  empujó a los trabajadores en dirección a la vereda del Parque Lezama, al grito de “acá nadie va a cortar una calle”

Policías varones pisándole la cabeza a mujeres que ya habían reducido, arrastrándolas de los pelos, e insultándolas (“negras de mierda vayan a laburar” y todas esa muletillas que empiezan a ponerse de moda de un lado y otro de la grieta).

Detuvieron y golpearon a seis mujeres. El resto de los y las trabajadoras se retiraron a dos cuadras del lugar, mientras tomaban aire e intentaban reponerse de semejante situación de violencia. 

En ese momento, los policías frente al Ministerio armaron una línea recta de aproximadamente 200 agentes entre motorizados y a pie, a lo largo de toda la vereda del Parque Lezama sobre la calle Martin García. Fue cuando se puedo ver cómo una de las motos empezó a pasearse por frente de esa línea de criminales y arengando cual William Wallace represivo,  gritó: “vamos con todo” 

Allí se desató la escena que muestra en cuerpo y alma a lo que está dispuesto a llegar el Gobierno de la Ciudad con tal de saciar la sed de odio que se esparce en nuestra sociedad contra el pueblo pobre. El Parque Lezama, con familias festejando cumpleaños de niños y niñas, con vecinos tomando mate, con jubilados y jubiladas caminando, se convirtió en el campo de caza de parte de un grupo de hienas uniformadas, que se babeaban del placer que les daba golpear a trabajadores y trabajadoras. 

El resto es historia conocida, aunque oculta por todo el espectro mediático (salvo Crónica), ya que ni C5N, ni TN, ni canal Nueve parecen haberse enterado de que en la ciudad donde todos ellos tienen sus canales, hubo una represión bestial y feroz que terminó con 13 detenidos y detenidas. Quienes fueron golpeados e insultados, esposados a la altura de las rodillas en móviles policiales por alrededor de 10 horas y luego distribuidos por diferentes alcaldías en los diferentes puntos cardinales de la ciudad, por otras 12 horas más.

En definitiva, ese Jueves 5 de mayo el gobierno de la ciudad le descontó más de la mitad del sueldo a miles de trabajadores y trabajadoras y luego los golpearon y apresaron, tan solo porque se les cantó las pelotas y los ovarios. Porque no hay ninguna otra explicación que esa.

La represión dejó 13 detenidos/as, quienes pasaron más de 12 horas incomunicados

Les cuentan las costillas con un palo, a carcajadas

Ese mismo día los compradores de materiales reciclables le anunciaban a las diferentes cooperativas del país que debido a situaciones del mercado debían bajarles el precio de los materiales que les compraban.  

A veces los planetas se alinean, pero para jodernos la vida. Por una decisión fundamentada vaya uno a saber en qué, el ministerio de Producción de la Nación, el mismo que firmó la Ley de Envases que permitiría crear Sistemas de Reciclado con Inclusión Social en toda la Argentina, pero que no movió un dedo para que se haga realidad, decidió abrir las importaciones de basura y de bobinas de papel. Es decir, gastar dólares para importar y remplazar el trabajo de más de 300 mil trabajadores y trabajadoras, que excluidos y descartados de este sistema, no les quedó otra que inventarse su propio laburo.

Esos mismos que fueron con propuestas a un gobierno popular para financiar la idea de “poner a la Argentina de pie empezando por los últimos”, como lo hicieron con la Ley de Envases, ahora son vapuleados por determinados sectores que terminan tomando decisiones subestimándolos completamente, ya que no los ven como Trabajadoras y Trabajadores y mucho menos capacitados para discutir la producción en este país, aunque todos los días se rompan el alma para producir con todas las fuerzas en contra. 

Durante los dos años de la pandemia, fueron las cooperativas cartoneras las que abastecieron de material al sector industrial. Cuando el mundo estaba parado por la pandemia, estos trabajadores y trabajadoras siguieron laburando día y noche para garantizar la materia prima en la Argentina.

Hace dos años atrás nos preguntábamos si de esta crisis sanitaria y social íbamos a salir mejores. Hoy los excluidos y excluidas son millones y las ganancias son cada vez más grandes, pero para cada vez menos gente. Eso explica los acampes, los cortes de calles y las protestas en todas sus formas. 

Los vago y los planeros no existen, lo que existe son trabajadores y trabajadoras sin derechos. Hombres y mujeres, niños y niñas que todos los días se levantan sin tener asegurado el desayuno o el almuerzo, o la merienda, o la cena y a pesar de eso deciden todos los días salir a enfrentarse a una sociedad que los escupe, que los persigue por trabajar de lo que pueden. Una sociedad que descarga en sus espaldas toda la violencia que produce la frustración en la que vive un pueblo en crisis.  

Y ahí están peleando y proponiendo recetas y discusiones para garantizar Tierra, Techo y Trabajo. En definitiva, es desde la solidaridad de los excluidos y la economía popular que se están gestando las recetas para salir mejor.