El pasado lunes los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de China, Xi Jinping, se reunieron en una cumbre virtual para discutir asuntos de interés común. Lejos de referirse a cuestiones como el comercio mundial, el cambio climático o la crisis energética, la reunión estuvo marcada por un asunto en particular: la tensión en Taiwán y la injerencia norteamericana en la isla.
El encuentro virtual, que duró cerca de tres horas y media, tuvo como objetivo reflotar la relación entre ambos países, que alcnazó su peor momento en la historia reciente durante los años de Donald Trump. “La relación entre China y Estados Unidos está pasando un momento crítico, la humanidad vive en una aldea global y tenemos múltiples desafíos. Al ser las dos economías más grandes y dos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, China y Estados Unidos necesitan incrementar la comunicación y cooperación. Juntos debemos alcanzar la paz y el desarrollo del mundo”, manifestó el mandatario chino.
En relación a la cuestión Taiwán, uno de los asuntos que más tensiones genera entre ambos países, Jinping advirtió a su par que respaldar a la isla en sus ambiciones independentistas es “jugar con fuego y el que juega con fuego se quema”.
La tensión entre China y Taiwán se acrecentó luego del 72° aniversario de la fundación de la República Popular China en octubre. Las autoridades taiwanesas aseguraron que alrededor de 150 aviones militares habrían sobrevolado su territorio, aunque desde Beijing desmintieron esta versión. Sin embargo, desde la China continental se encargaron de mostrar a través de redes sociales una serie de ejercicios de desembarco militar en la provincia Fujian, a 180 kilómetros de la isla.
Pero el conflicto no es sólo por Taiwán. En septiembre, luego de la salida estadounidense de Afganistán, se dio a conocer la creación de AUKUS, una alianza de seguridad entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia para contrarrestar la presunta amenaza a la libertad de navegación en el Mar Meridional de China.
A la alianza AUKUS se suman unos 28.500 soldados estadounidenses en Corea del Sur, país en el que Washington ha mantenido presencia militar desde la Guerra de Corea de 1950-1953. Otra de las acciones que permiten ver el acercamiento de los norteamericanos al continente asiático fue la última cumbre de ASEAN, en la que el presidente Joe Biden prometió acuerdos económicos con los países del sudeste asiático aunque no explicó los detalles.
Por parte de Estados Unidos hubo reclamos en relación a la situación de la provincia de Xinjiang, de mayoría musulmana, donde la prensa occidental denuncia violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno chino. También hubo reclamos acerca de las “injustas prácticas económicas y comerciales” de Pekin en Hong Kong, práctica que Estados Unidos sostiene en relación a Cuba desde hace más de 60 años pero a la cual no se refiere en los mismos términos.
Una historia reciente
Después de la guerra civil en China, Estados Unidos tomó la decisión de apoyar a los nacionalistas del Kuomintang, quienes escaparon a la isla de Taiwán y nombraron a la isla como la República de China.
En la década de los setenta Washington intentó acercarse a la República Popular de China y no fue hasta 1979 que se produjo el primer encuentro entre mandatarios; en ese momento se encontraron Jimmy Carter y Deng Xiaoping. Este hecho, en consecuencia, rompía las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Taiwán.
La política de Deng Xiaoping de reforma y apertura y la distancia más evidente durante esos años entre China y Rusia fueron clave para que Estados Unidos cambie su estrategia de política exterior. Cabe destacar dos cuestiones: la primera es que la República Popular recién se estaba construyendo, y la segunda es que los norteamericanos continuaron sus relaciones con Taiwán a través de la Oficina de Representación Económica y Cultural de Taipéi.
Ese mismo proceso de reforma y apertura es el que continúa hasta la actualidad, y el que da lugar al socialismo con características chinas. Durante los últimos 40 años, China fue responsable de sacar de la pobreza a 880 millones de personas. Esto contribuye al 70% de la reducción de la pobreza global y esta política sostenida también ha logrado que se debata la crisis de hegemonía estadounidense y el ascenso de China como potencia mundial.
Ante el declive estadounidense y el aumento de la influencia china en Asia y el resto del mundo, la enemistad entre ambos países no ha hecho mas que crecer. Si bien las autoridades de Estados Unidos anticiparon que nada debía esperarse de la cumbre y ningún acuerdo concreto fue establecido, el encuentro puede considerarse un avance en el restablecimiento de las relaciones entre países.